La chica y el gigante.

AutorMelo, S
CargoVECINO DESCONOCIDO

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

Soy portuguesa. Mejor dicho, europea. Porque a nosotros los portugueses nos gusta Europa. Nos vuelve mayores, más importantes. Nos hace olvidar nuestro tamaño, nuestra pequeñez geográfica. Cuando me pidieron que escriba sobre el Brasil y cómo veo a ese país como portuguesa, me pareció como si un duende tratara de escribir sobre un gigante. Como una madre que escribe sobre su hijo grande que se fue de casa temprano para recorrer un camino de triunfos, mucho más destacado que el de sus padres. Sobre un alumno que supera a su profesor. ¿Orgullo? No, nosotros, en verdad, estamos celosos. Brasil es más: más calor, más tierra, más rico, más pobre, más fútbol, más de todo. Con Europa a las espaldas nos sentimos fuertes para mirar al Brasil de frente, así que nos vamos ahí de vacaciones con nuestros euritos, felices de poder hablar nuestra lengua bebiendo agua de coco en bikini en un escenario tropical. Aun así el Brasil, como un marcador, subraya nuestra pequeñez y cambia el idioma que le impusimos. Si decimos "pequeño almuerzo" no nos entienden, es su "café de la mañana" el que desayunamos.

Pero antes de ir ahí sí sabíamos de las telenovelas, las que vemos hace treinta años en pantalla. Cuando yo era niña, corría con mi hermana desde la escuela hacia la casa para no perder el capítulo de la novela del mediodía. Veíamos a los actores, guapos, con poca ropa, bronceados, sentadas en el sofá, cubiertas con mantas, enamoradas de un país donde el sol brilla trescientos días al año.

Al Brasil lo llamamos "nuestro hermano", de nuestra sangre. Actualmente viven oficialmente más de cien mil brasileños en todo Portugal. En otro tiempo éramos nosotros los colonizadores, ahora casi nos volvemos colonizados. La mayoría de los brasileños que cruza el océano proviene de favelas y llega a Portugal como puerta de entrada a Europa, en busca de trabajo, de más dinero, de un futuro mejor. Unos se quedan lavando platos en restaurantes, otros son estrellas de fútbol en equipos regionales. Son nuestros amigos, vuelven nuestras fiestas más divertidas, que sin ellos serían melancólicas. La samba reemplaza al lado. El rodizio...

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