Cerebro y vejez

Por TomÁs unger

Divulgador científicoA medida que la expectativa de vida aumenta, la población mundial envejece. Se estima que en 20 años el número de mayores de 65 aumentará en 60%. Esto ocurre principalmente en los países desarrollados, donde el cambio de la demografía se acelera creando problemas sociales y económicos. Son cada vez menos los jóvenes que producen y más los que requieren un mayor gasto público a medida que disminuyen sus facultades. Estas circunstancias han hecho que se dedique cada vez más esfuerzos para conocer las consecuencias de la edad en las facultades, lo que requiere principalmente conocer el efecto del tiempo sobre el cerebro. En las últimas décadas han mejorado espectacularmente las herramientas para estos estudios. Con la tomografía, el electroencefalograma, la resonancia magnética y ahora la genética, nuestros conocimientos del cerebro han tenido un avance exponencial. Todavía no sabemos cómo funciona, pero tenemos cada vez más información sobre las funciones que desempeñan diversas regiones, los circuitos de ciertos procesos mentales y, en algunos casos, hasta las causas de sus deficiencias. También hemos descubierto cómo ciertas funciones influyen en otras y la extraordinaria habilidad del cerebro para crear nuevos circuitos y reemplazar funciones.El estudio escocésUn reciente número de la revista ?Science? ha dedicado una edición especial al tema del envejecimiento del cerebro, que cubre una gran variedad de aspectos del tema. Uno de los estudios publicados es de especial interés, porque, gracias a circunstancias aleatorias, ha revelado aspectos sorprendentes sobre la evolución de las facultades intelectuales a través de un largo tiempo. Se trata de un estudio llevado a cabo en Escocia, debido a una circunstancia particular, que podríamos llamar suerte. En los años 30 hubo una preocupación en Escocia por la drástica caída en el número de hijos de parejas profesionales. Las autoridades, con gran visión, se preocuparon por el rendimiento intelectual de las futuras generaciones previendo una creciente demanda de habilidades intelectuales, paralela a una disminución de las manuales. Para evaluar la situación, hicieron una encuesta de 70 mil niños de 11 años, midiendo su cociente intelectual (IQ), un test que no evalúa la información retenida sino la habilidad de razonar, destreza intelectual, capacidad de detectar analogías y discrepancias, etc. La prueba contenía 71 problemas con 45 minutos para resolverlos...

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