Centros comerciales: nuevos espacios de encuentro y exclusion.

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CargoESPECIAL URBANO

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La ciudad de Lima ha experimentado diversos procesos de adaptación a raíz de los cambios socioeconómicos y políticos de las últimas décadas, lo que también modificó su estructura e impulsa el surgimiento de nuevos espacios y nuevas dinámicas sociales. En este contexto de globalización, los cambios más relevantes se manifiestan en el incremento de las inversiones para la construcción de centros comerciales ubicados en las zonas populares y su efecto colateral: el consumismo.

La globalización alienta el consumo, inventa necesidades, propicia una identidad estandarizada y tiene como consecuencia directa para la ciudad la preferencia de sus habitantes por la apropiación de estos espacios de consumo frente a la poca utilización de los espacios públicos como tales.

Ante una mayor oferta del sector privado, el auge de la vida privada en espacios privados aparentemente públicos, percibimos una tendencia hacia el individualismo que hace más notoria la diferencia entre los grupos sociales. El creciente uso de las tecnologías de comunicación propicia, asimismo, que la gente tenga cada vez menos necesidad de encontrarse en espacios públicos.

Las calles de esta ciudad funcionan hoy con la lógica del tránsito vehicular, y las veredas y bulevares no están más en la calle de todos, sino en los centros comerciales públicos pero ajenos.

La falta de espacios públicos habilitados en las áreas populares de la ciudad, adecuados para el encuentro humano, convierte a los centros comerciales en espacios de socialización. La reunión de las personas necesariamente pasa por la idea del shopping, donde algunos, los que pueden, compran, y los demás simplemente miran. Si la ciudadanía se ejerce en el espacio público, hoy eso se constituye en el mercado y se ejerce por medio del poder de consumo. Y ello contribuye a reproducir la exclusión.

Los espacios públicos construidos por el Municipio de Lima con el fin de engalanar la ciudad están muy alejados del entorno del usuario popular y le resultan demasiado costosos. Tomando como referencia a una familia con dos o tres hijos que vive en Lima Sur y quiere pasear por el Circuito Mágico del Agua, debemos pensar en los noventa minutos de traslado, los pasajes, las entradas (cuatro soles por persona, niño o adulto), los refrescos y un par de golosinas para cada uno, y tendremos un paseo de aproximadamente cuarenta soles. Para alguien que gana al mes entre 350 a 450 soles esa cifra es inmanejable si quiere pasar un buen momento en familia y luego atender sus necesidades sin problemas. El concepto de espacio público recreativo de la Municipalidad de Lima es: el que menos recursos tiene paga para ingresar y gasta mucho más de lo que puede. Se trata entonces de un espacio público nominal, exclusivo para los que pagan, excluyente para los pobres.

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En el ámbito local el manejo es similar, si tomamos en cuenta que una gran parte de los espacios públicos destinados a la recreación fueron construidos pensando en un uso masculino: canchas de fulbito, mayormente. Esto indica que los excluidos también excluyen, en una cruel e interminable saga de discriminación.

Sin mayores distracciones que los encuentros de fulbito, adolescentes que se reúnen fugazmente y la falta de seguridad frente a pandilleros o adictos, el uso, la apropiación del espacio público, se toma lejano. A veces, cambiar solo unos mínimos detalles en un espacio público hace la diferencia en la sensación que generan en el usuario y en su posterior...

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