El caso de Misisipi

AutorPaul Krugman

Desde hace mucho tiempo que Misisipi es el estado más pobre de Estados Unidos. Su PBI per cápita equivale al 60% del promedio nacional, pero como forma parte de un país rico, no se ve tan mal según los estándares internacionales. Está más o menos a la par con el sur europeo: su PBI es un poco menor que el de España, un poco mayor que el de Portugal.

Asimismo, al ser parte de Estados Unidos, capta in mensa ayuda de los estados ricos: se beneficia de programas federales como Medica rey Seguridad Social, y debido a sus bajos ingresos, paga relativamente poco en impuestos federales. Estimaciones del Instituto Rockefeller indican que el 2019, Misisipi recibió transferencias federales netas por casi US$ 24,000 millones, aproximadamente el 20% del PBI estatal -mucho más de la ayuda que Portugal obtiene de la Unión Europea.

Pero los ciudadanos españoles y portugueses poseen cosas que no todos los de Misisipi poseen, como cobertura médica universal y suministro de agua. El lunes de la semana pasada, colapsó la red de agua de Jackson, la capital y mayor ciudad del estado. Gran parte se quedó sin servicio y en ningún lugar había agua potable limpia.

La causa inmediata fue ron las torrenciales lluvias que sobrecargaron la principal el 2015, planta de tratamiento.

Aunque severo, no fue un desastre tipo Katrina; fue un desastre solo porque el sistema por re de agua de la ciudad ya estaba hecho debilitado, el resultado de años de descuido. Esta desatención fue, en esencia, una decisión política. A pesar de su ingreso relativamente bajo, Misisipi tiene los recursos para proveer de agua potable a todos sus residentes. Sin embargo, Jackson no los tiene, es una urbe de alta población negra cuya economía se ha honrado por la salida de residentes blancos. Y el Gobierno estatal se rehusó la crisis se hizo más predecible.

Pero no hay que temer: en abril, el gobernador Tate Reeves (republicano), anunció que haría "una inversión en los habitantes de Misisipi" quiso decir recorte impositivo, no gastaren, digamos, educación o infraestructura-. El politólogo Brendan Nyhan gusta de señalar ejemplos de erosión democrática y preguntar, "¿Qué dirías si vieses eso en otro país?". Pues bien, ¿qué diríamos de un lugar que ni si quiera puede garantizar que su capital tenga un suministro fiable de agua?

Para poner todo esto en perspectiva, hay que estar al tanto de dos tendencias, una económica y otra política. En cuanto a la primera: A inicios del siglo XX, el Sur profundo...

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