Capitalismo y democracia

Por Gonzalo Portocarrero. Sociólogo

No hay, hoy en día, una alternativa creíble al capitalismo como forma de organizar la economía. La sustitución del mercado por el Estado en los llamados países socialistas fue un rotundo fracaso. Para organizar de una manera distinta la economía será necesario mucho tiempo para imaginar y consensuar las nuevas posibilidades. Con su crisis, el capitalismo ha impulsado un crecimiento gigantesco de la productividad y la riqueza en los dos últimos siglos en todo el mundo.

Y en su versión actual, la neoliberal, el capitalismo tiende a concentrar el ingreso en los sectores más beneficiados de la población. En todo el mundo, aunque con diferencias, la (casi) desaparición de los sindicatos, la llamada flexibilización laboral y el fantasma del desempleo han llevado a la reducción de las remuneraciones como fracción de la producción económica.

Pero tampoco hay una alternativa creíble a la democracia como forma de organizar el gobierno de la sociedad. La democracia, también en todo el mundo, tiende a imponerse como el menos malo de los regímenes políticos. Entonces la tensión entre un capitalismo que concentra los ingresos y una democracia que da acceso al poder a las mayorías no hace más que acrecentarse. Más aun por la recesión de la que no terminan de salir los países más desarrollados.

Se ha postulado a las políticas heterodoxas como una vía de salida. Y en el Primer Mundo puede que lo sean. En todo caso, en Europa se pretende combatir la recesión con una austeridad que no hace más que reducir la demanda y empeorar la ya deteriorada situación económica. Mientras tanto, Estados Unidos está aplicando políticas expansivas basadas en el aumento de la deuda y la disminución de las tasas de interés. En Europa, como respuesta al agravamiento de la crisis, especialmente en el área mediterránea, surgen potentes movimientos sociales contra la disciplina fiscal impuesta por Alemania. Es solo cuestión de tiempo antes de que la situación llegue a un desenlace: o bien se rompe la unión monetaria, o bien se relaja la austeridad con programas orientados a crear empleo y mejorar la infraestructura física y educativa que son las bases de la productividad de cualquier economía.

En América Latina la tensión entre capitalismo y democracia ha dado lugar al surgimiento de políticas populistas, basadas en los controles: de cambios, precios, remuneraciones y capitales. Este es el caso de las economías donde las rentas son muy...

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