La Cantuta: la casa de la educación está de cumpleaños

Por Fernando González Olaechea

Recuerdo ?dice el profesor Tito Hernández? cuando esto era una villa de estudiantes. La luz que entra por las ventanas inunda la oficina. Allá lejos, los cerros se ven, uno detrás de otro, como sombras lilas. Abajo, en un jardín, algunos alumnos están sentados en círculos. Una banda suena lejos. Las palabras del profesor rebotan en las paredes y se le escapa la nostalgia.

La Cantuta cumplió 190 años el viernes. Desde 1967 su nombre es Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle, en honor a su primer director. Todos le dicen La Cantuta, por su ubicación y por la flor de los incas. En 1822, don José de San Martín la funda como Escuela Normal. En 1850, Ramón Castilla le agrega el nombre Central de Lima; y en 1905, José Pardo la llama Escuela Normal de Segundo Grado. Al final, La Cantuta ha sabido reinventarse.

Ahora ya no hay pintas. Ni los alumnos ni los profesores son amenazados. Lejos quedó el halo de conflicto que tomó fuerza en sus aulas y pasillos desde mediados de los ochenta. ?Ya nadie sabe qué pasó acá?, dice Hernández. ?Porque no todo fue el secuestro de nueve alumnos y un profesor y su asesinato, en 1992?, agrega. La desmemoria es una forma de sobrevivir. También de errar.

El profesor egresó de La Cantuta en 1969. Aún era una época de oro en la universidad: había 700 alumnos. Los profesores eran, o habían sido, de la talla de José María Arguedas, Javier Sologuren, Washington Delgado, Luis Alberto Ratto, Oswaldo Reynoso o Luis Jaime Cisneros. Un convenio de 1953 con el Gobierno de EE.UU. equipó La Cantuta con equipos e infraestructura. Tito, dice, llegó a verlos.

Hoy ya no son 700 alumnos, como cuando él era estudiante. Ahora hay 7.000. Es profesor desde...

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