El calentamiento global golpea la producción de aceite de oliva en Europa

AutorSomini Sengupta
CargoAmbientalista

La única manera de salvar el preciado huerto de su familia en las colinas de Umbría era comprar el objeto más preciado de todo ese verano de sequías: agua.

Mucha, mucha agua.

Así que Guidobaldi, parte de la octava generación de agricultores de oliva, compró camiones de agua, casi a diario, durante la mayor parte del verano.

La ola de calor que azotó el sur de Europa este verano, y que los científicos dijeron que tenía la marca de la mano humana que ha provocado el cambio climático, es apenas el episodio más reciente del extraño clima que ha castigado a los artífices del aceite de oliva.

En algunos años, como este, el calor llega antes y se queda. Otros años, como 2014, llueve tanto que la mosca del olivo se reproduce como loca, dejando gusanos dentro del fruto. O se presenta una helada atemporal cuando el fruto se está formando, que es lo que ocurrió en el olivar de Beatrice Contini Bonacossi en la Toscana. O cae la maldición del calor prematuro seguido de una semana de niebla y lluvia, que es lo que le sucedió al olivar de Sebastiano Salafia en Sicilia, hace unos años, lo que dejó a los árboles confundidos, en palabras de Salafia, sin saber cuándo debían producir sus frutos.

“Cada año sucede algo”, comentó Salafia.

Ya pasó la época en la que podías contar con la suave mezze stagioni, o media temporada, de la que dependen las olivas antes y después de la época de calor. Tampoco existe ya el ciclo con el que podías contar: un año bueno, el siguiente año no tanto.

Ahora, dijo Guidobaldi, estirando sus largos brazos espigados, “es como jugar a la lotería”.

Los olivos son resilientes. En la Biblia, una paloma lleva a Noé una hoja de olivo al arca, señal de que el mundo no está destruido por completo. El aceite de oliva es el eje de la alimentación y del folclore del Mediterráneo. Sus beneficios para la salud se han elogiado tanto que hay un aumento en la demanda de aceite de oliva extra virgen a nivel mundial.

Ahora, el cambio climático ha vuelto del negocio del aceite de oliva uno cada vez más riesgoso, al menos en el Mediterráneo, la tierra que lo vio nacer.

Las cosechas han sido malas en tres de los últimos cinco años, debido a lo que Vito Martinelli, analista de Rabobank, llamó “choques” relacionados con el clima. Además, con el incremento en la demanda, se han elevado los precios de venta al mayoreo.

Nadie se morirá de hambre si no hay suficiente aceite de oliva en el mercado, pero el impacto del cambio climático en un producto tan...

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