En Cajamarquilla: guardianas de una tecnología ancestral

Por Javier Lizarzaburu

?Ahora soy más liberal, más sociable?, dice Impropia Huaraca Chinchón, de 59 años. Todos la llaman Antonia y habla con soltura y comodidad. ?Hace diez años al verlo ?me dice? seguramente me habría ido corriendo, porque no salía de mi casa, no conversaba con nadie?. En el 2000 fue una de las primeras mujeres que se acercaron al taller de capacitación que le abrió las puertas a otro mundo.

En un nivel personal, le permitió conocer a nuevas personas, que respetaron y admiraron su trabajo. Eso, según cuenta ella, le dio confianza en sí misma. En otro nivel, junto con sus vecinas se convirtió en el grupo que salvó el conocimiento de los tejidos que los arqueólogos habían hallado en su investigación.

Tiene siete hijos y 15 nietos. Cuando la visitamos, la acompañan Olivia Batalla, de 46 años, y otras amigas. Todas viven frente al sitio arqueológico y ese día trabajan en unos pedidos para una nueva boutique. Pero volvamos una década atrás. El Preteca (Programa de Recuperación de Tecnología Andina) había nacido del interés de dos canadienses, gerentes de la refinería de zinc de Cajamarquilla, ubicada a 20 km al este del centro de Lima,que eran unos apasionados de la arqueología y del Perú.

EL PROYECTO?Ellos no tenían la obligación de hacerlo, pero decidieron apoyar un programa de excavaciones arqueológicas?, cuenta Jenny Figari, quien se encargó de darle vida al proyecto. A eso le siguió la necesidad de vincularse con la comunidad local y se dio cuenta de que el tejido podía ser el hilo conductor. Casi todas las mujeres venían de Ayacucho y Huancavelica y la mayoría tejía.

Cuando ellas llegaron, se sorprendieron de ver en los fragmentos de telas colores e iconografía que eran similares a los suyos. En las excavaciones los arqueólogos habían hallado distintos tipos de textiles, tanto de la cultura Lima como Wari (aprox. 200-1000 d.C.) y habían investigado el material, las técnicas, las plantas, los teñidos usados. Todo ese conocimiento pudo haberse perdido o haberse quedado archivado en algún museo. Lo que sucedió en este caso fue dárselo a este primer grupo de mujeres (eran 15), para que hicieran producciones contemporáneas con esa tecnología milenaria.

El proyecto duró ocho años en el lugar y capacitó a 45 mujeres. Si bien las excavaciones...

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