Bye, bye, ?wishful thinking?

Por Fernando Vivas. Periodista

Hace pocos días, en una reunión entre periodistas y líderes de partidos, organizada por el PNUD, coincidimos, en buena onda, en que había que fortalecer la institucionalidad política cueste lo que cueste. Si queríamos remontar esta angustia de crecer en la informalidad, la desigualdad, la corrupción y el desconcierto, debíamos impulsar reformas urgentes. Nuestra primera coincidencia fue al despotricar del voto preferencial que nos había llenado de otorongos y creado bancadas chúcaras que no respondían a sus liderazgos institucionales. Esto era patético, según acusaron los opositores, para un gobierno débil y novato que tenía que ocupar a sus ministros en hacer ?lobby? para sus iniciativas de ley, ¡entre sus propios congresistas!

También coincidimos, aunque con menos convicción, en que había que recuperar la bicameralidad para mejorar la calidad legislativa. Incluso el representante del fujimorismo estuvo de acuerdo, a pesar de que su grupo había mostrado muchas reticencias al respecto. Ellos cederían en su objeción a la bicameralidad si se hacen más pequeños los distritos electorales para la elección de diputados. Un Senado para legislar y una Cámara de Diputados para representar, esa sería, grosso modo, la fórmula consensual. Se podrían agregar otros puntos (voto facultativo, nuevas cuotas de género y de discapacitados, más requisitos para ser elegible), pero mientras más complejo sea el paquete de reformas constitucionales más probabilidades hay de que el debate se entrampe y el cambio se frustre.

Hay otro cambio urgente que un arrebato de pensamiento ilusionado, de ?wishful thinking?, me hizo creer que sería bienvenido: aumentar el financiamiento público para los partidos. Está ya legislado en la Ley de Partidos vigente, pero el miedo de los políticos a que la población los aborrezca...

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