Buque-escuela

Por Héctor López Martínez. Historiador

Cada 8 de octubre los peruanos, con reverente gratitud, recordamos al glorioso almirante Miguel Grau y a su gallarda dotación que se inmolaron en Angamos sobre ese trozo de la patria sobre el mar que era el monitor Huáscar. En esa fecha, donde en 1879 se dieron cita ?el infortunio y la gloria?, nuestra patria hizo la promesa de que en un día no lejano su Marina de Guerra renaciera para volver a convertirse, como siempre, en nuestra primera línea de defensa.

Todos los merecidos elogios que a lo largo de los años hemos dedicado al Peruano del Milenio terminarían convirtiéndose en simple retórica si, al mismo tiempo, no volcáramos todo nuestro esfuerzo, constancia y creatividad honrándolo en la forma que él hubiera deseado: dando la mejor formación posible a sus herederos, a quienes se preparan para vestir el uniforme que él lució y sueñan con emular sus virtudes de marino y ciudadano.

En la primera década del siglo XIX, gracias a la Asociación Nacional Pro Marina, al esfuerzo del Estado y de múltiples entidades de toda clase, a lo largo y ancho de la patria, se realizó la gran colecta nacional para adquirir los cruceros Almirante Grau y Coronel Bolognesi. En esa oportunidad se decidió también la compra de un buque-escuela, pero desgraciadamente la falta de dinero frustró ese empeño.

Durante más de un siglo la necesidad de contar con un buque-escuela ha estado latente. Hubo varios proyectos, algunos muy avanzados para esa adquisición que, por una causa u otra, se frustraron. Pero tiempo es ya de convertir en realidad ese antiguo e impostergable anhelo.

Un buque a vela es utilísimo para la formación académica y física de los cadetes. Además, se convierte...

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