Bryce y la autobiografía: permiso para inventar.

Autorde Andrade, Mariano
CargoAlfredo Bryce Echenique - Ensayo cr

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

I

Los escritos autobiográficos plantean varios problemas, empezando por el plano formal. En principio, no hay un consenso en torno a la forma que debe contener la materia autobiográfica: bajo el rótulo de esta escritura podemos encontrar diversas marcas de género, cada una con algunas reglas propias.

Así, la autobiografía, el diario íntimo o las memorias suponen una identificación casi inmediata entre las figuras del autor y el narrador; se da por descontado, también, que estas tres especies textuales son narraciones, es decir, dan cuerpo a un relato que da cuenta de > en un marco temporal determinado, lo que nos hace pensar, a veces equivocadamente, en un orden lineal.

Este orden lineal, consagrado tal vez por el uso y algunos textos canónicos, no es una norma inmutable y tiene excepciones. Ahora bien, un diario difícilmente saltará de adelante hacia atrás, porque la expectativa frente a un texto de esta naturaleza es precisamente la de una escritura consecutiva, de un día, de una semana, de un mes a otro, sin mayor alteración calendaria, porque su naturaleza obliga a una coincidencia entre el tiempo de la escritura y el tiempo de la representación.

Sin embargo, en las memorias y las autobiografías, aunque la definición de Lejeune fije otras características, el asunto parece estar más librado a la conciencia narrativa de su autor. En efecto, Lejeune, al definir la autobiografía, encuentra tres elementos centrales. Según él, se trata de un relato >, > y en el que el asunto central es la >.

Partiendo de esta definición, podemos asumir que la autobiografía nos enfrenta a una narración que se desarrolla de manera lineal entre dos hitos temporales, que entre ambos hitos el relato aborda el pasado en secuencia ordenada y que este recuento vital es la

Este esquema, aunque funciona bastante bien en un significativo número de textos autobiográficos en diversas tradiciones literarias, no siempre termina por definir las reglas del género y no es suficiente para describir la dimensión de Permiso para vivir (Antimemorias) y Permiso para sentir (Antimemorias 2) del peruano Alfredo Bryce Echenique.

II

Es necesario hacer notar que los géneros autobiográficos o las formas que pueden contener esta materia no son muy frecuentes en la literatura peruana o, mejor dicho, entre escritores. Algunos títulos que vienen en este momento a la memoria son el vastísimo Testimonio personal, de Luis Alberto Sánchez, que sobrepasó la media docena de volúmenes o el brevísimo De mi casona...

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