La biblioteca de mi barrio

Por Raúl Castro. Periodista y antropólogoLa reciente creación de un Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas, que integrará en red a los cerca de dos mil centros de lectura que tiene el país, es una interesante noticia que merece tanta atención y debate como la fuga del sicario ?Puerto Rico? o las propiedades de la suegra del ex presidente Alejandro Toledo.Es magnífica porque pone en relieve, por primera vez, a una histórica institución que, en otros medios, es uno de los tres pilares de la educación, junto a la escuela y la familia. La biblioteca, sobre todo la de índole municipal, importa también porque es un potente agente de identidad y de cohesión comunitaria, de participación y de conciencia cívica, más aun, de preparación para la vida futura. En Jesús María, donde crecí, el punto de reunión de los chicos del barrio era la pulcra biblioteca. Claro, no sus salas de lectura, eso hubiese sido ideal, pero sí lo eran el auditorio, donde había funciones de cine y eventos, y su desocupada playa de estacionamiento: la más caliente cancha de fulbito del distrito. No había vecino ajeno a los encarnizados campeonatos que ahí se celebraban, ni a las fiestas que solían continuar después. Tengo los mejores recuerdos de esta biblioteca, que serían aún mejores si la hubiésemos empleado, también, para oír a narradores de cuentos, cuando niños; para consultar sus libros siendo estudiantes; o para asistir a alguna interesante conferencia o curso de extensión. De hecho, el modelo de biblioteca municipal como centro cultural comunitario ya es una realidad en los países con mejores resultados en educación y calidad de vida, con Finlandia a la cabeza.Según el informe PISA, el...

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