Bayly, el politico.

CargoPODER Y SOCIEDAD

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

Jaime Bayly vende la idea de ser un periodista transgresor, pero su apego tan fuerte por el ordenamiento legal lo contradice. Se siente cómodo en el orden establecido. Es un creyente de aquello que se conoce como el peso de la ley. Quizá las valientes revelaciones sobre su bisexualidad en un medio que todavía no estaba acostumbrado a ese tipo de confesiones hicieron pensar que se trataba de una personalidad desafiante. Pero en general, en términos políticos, es un conservador: cree en el statu quo, obedece las reglas, se protege en las leyes.

Sus últimas intervenciones en televisión, ya como eventual candidato a la presidencia de la república, nos lo muestran más varonil, es decir, enojándose, levantando la voz, poniendo los puntos sobre las íes. El terno oscuro y la corbata lo ayudan, en todo caso. Se dirige a los otros políticos de hombre a hombre, sin insinuar su atracción por las personas del mismo género. Incluso, exagerando un poco, se le tiró encima a Alejandro Toledo como si fuese el mayordomo de su casa, bravucón, porque en verdad Toledo pudo haber sido un miembro fantasmal de Acción Popular o trabajar como empleado doméstico en la casa de los Belaunde Correa. Mirado en perspectiva, Toledo es el Belaunde del siglo XXI. En ese programa, recuerdo que Bayly lo choleó a su antojo. Y como Toledo no se atreve a contestar, Bayly lo trató como zapatilla.

Con PPK, más bien, la relación fue entre pares. Se burló del gringo como lo haría cualquier pata de barrio, cualquier bacán de una de las playas del...

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