La batalla semantica del fujimorismo.

AutorAcevedo, Jorge
CargoPODER Y SOCIEDAD

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

Se le llama presidente o ingeniero, muy pocas veces ex dictador o condenado por delitos contra los derechos humanos, mucho menos (casi nunca) delincuente. A través de un autorretrato difundido ampliamente por diversos medios de comunicación, pide ¿perdón? por lo que no llegó "a hacer" y por lo que no pudo "evitar" mas no por los crímenes y el latrocinio cometidos en su gobierno y de los cuales fue el principal responsable. Su familia y personajes de su entorno afirman que el ex dictador no está recluido en una cárcel dorada y que las condiciones en las que vive ponen en riesgo su vida, a pesar de que las características de su "celda" están muy por encima de las celdas en las que purgan condena miles de reclusos y reclusas en el Perú; incluso el área que ocupa el condenado Fujimori es mucho mayor de la que disponen millones de personas que fuera de las prisiones viven precariamente.

Desde principios de la década de 1990, el proyecto autoritario y cleptocrático de Fujimori y Montesinos ha desplegado denodados esfuerzos por nombrar y--fundamentalmente--por dotar de sentido a diversos hechos y procesos políticos, económicos y socioculturales en el país, utilizando para ello el poder de los medios de comunicación, en su mayor parte controlados durante la dictadura. Han definido y siguen definiendo agendas, han construido y siguen configurando encuadres mediáticos favorables a sus propósitos, han generado distractores de la atención pública a través de las llamadas "cortinas de humo". Así por ejemplo, en el contexto de la aplicación de las medidas de ajuste estructural, los derechos laborales han sido caracterizados como "sobre costos" para la actividad productiva, una especie de traba para la competitividad del empresariado peruano o extranjero residente en el Perú en un mundo globalizado.

Asimismo, las violaciones de derechos humanos y crímenes de lesa humanidad son llamados "excesos". Los estudiantes y el profesor de La Cantuta asesinados por el grupo Colina fueron calificados como terroristas para intentar justificar lo injustificable. Para los fujimoristas, el número de víctimas--muertos y desaparecidos--de la violencia política no sería de setenta mil personas como ha estimado la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) con base en las evidencias recogidas y el estudio realizado por la American Association for the Advancement of Science, (1) sino mucho menos, unas veinticinco mil personas. Se trata de desvirtuar a toda costa la calidad y validez del trabajo de la CVR porque los resultados de la investigación demuestran de manera contundente que Fujimori y Montesinos fueron los grandes responsables de la corrupción y de los crímenes de lesa humanidad cometidos durante los noventa.

¿QUÉ BUSCA EL FUJIMORISMO?

La batalla semántica que libran el...

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