El barrio chino

La Unidad de Investigación de Latina Noticias ha revelado un extraño caso de corrupción, inesperado en la medida en que no existen antecedentes similares. Una novedad es el mecanismo del fraude. Logró vulnerar el Sistema Electrónico de Contrataciones del Estado (Seace), donde los postores registran sus ofertas desde una computadora y esperan a que un invisible dedo informático señale al ganador: aquel que cobra menos. Antes se licitaba mediante sobres cerrados. Los concursantes escribían en uno sus datos y en otro su oferta, hasta que se hizo común que un sobornador eficaz conociera, antes de la presentación de propuestas, la fórmula que le permitiría ganar. Los humanos podían ponerse de acuerdo. Una idea del impacto de lo denunciado la brinda un reciente comunicado de la Cámara de Comercio de Lima. Planteó regresar al método de los sobres cerrados hasta que no se esclarezca lo que hizo estallar al supuestamente insobornable Seace.Un especialista en informática de 23 años, cuya identidad está protegida, ofrecía los servicios de lo que bautizó como Club del Tarot, que permitía conocer la oferta de los competidores en una licitación. Esto garantizaba ganar. Los clientes eran informados de la oferta más barata ingresada al Seace cuando faltaban pocos minutos para el cierre. Acto seguido, el concursante proponía un cobro ligeramente menor, no importaba la cantidad, y lograba hacerse con la obra. Las empresas ganadoras asumían que su información provenía de las habilidades cibernéticas del vendedor. Creían que había hackeado al Seace y que lograba acceder en tiempo real a la plataforma electrónica de los concursos, para reportar su contenido de inmediato. Pero esa suposición era incorrecta.Lo que está por conocerse es que el hombre del club era una parte del engranaje. Un personaje, un empresario exitoso de nombre aún desconocido, obtenía la información de uno o más funcionarios corruptos del Organismo Supervisor de Contrataciones del Estado (OSCE), que administra el Seace. Los datos eran derivados a su joven cómplice. Este, a su vez, obtenía los clientes y vendía la información. Cobraba un porcentaje del costo del proyecto, con una cuota inicial que podía llegar a 30 mil soles. Sin embargo, por razones aún no determinadas, hace dos meses decidió confesar ante las autoridades y descubrir a sus cómplices.Es un caso que podría haber seguido durmiendo en la fiscalía. El delator se entrevistó el 4 de abril con el procurador anticorrupción Javier...

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