Barranco busca un poeta

Por Roxanne Cheesman. Historiadora económica

Es pequeño pero lleno de encanto, con el recuerdo de su Ermita, sus ficus, su puente, su funicular, sus carnavales del Parque Municipal, su zoológico, pero sobre todo porque fue la capital de los poetas. Barranco era un pueblo pesquero en la Bajada de Baños, vecino de Armatambo, capital del señorío de Sulco. Se adoraba allí a Sulcovilca, piedra plana que, en la orilla del mar protegía a los pescadores. En la Colonia se mantuvo así, vinculado al nuevo Pueblo de Indios de Surco y su historia dice que una embarcación perdida fue guiada hasta la costa por una luz. Al llegar a ella encontraron una cruz y allí se construyó la clásica Ermita.

Ya en los primeros años de la República, Flora Tristán, en viaje a Chorrillos, recuerda haber pasado por ?el Barranco, pequeña aldea situada entre abundante follaje, grandes árboles y mucha agua?, sorprendida porque ese ?oasis encantador? no fuera un lugar de citas para los bañistas.

Manuel Pardo creó el distrito en 1874. Cerca de la Ermita se construyó una nueva iglesia, la de los franciscanos, con sus cuatro torres y una estación para el ferrocarril.

En 1904 se inauguró el urbanito o tranvía eléctrico, y la zona cercana al mar se convirtió en el lugar favorito de residencia de los extranjeros: unos en el malecón de los ingleses, en la actual calle Junín, donado por el inglés James Mathison a fines del siglo XIX; otros, los alemanes como Rudolph Holtig y Domeyer, en la calle en la que se situó el funicular hidráulico que llevaba pasajeros cada media hora hasta la playa en la que se alzaban los Baños.

Cerca, construyeron sus casas de verano los limeños ricos, y hacia el este, en dirección a Surco, se ubicó el Barranco más...

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