El baile del >: una desviacion marxista.

AutorVich, V
CargoCULTURA

Es la una y media de la tarde y en el centro de Lima el calor es intenso y abrumador. Nunca me gustó mucho el verano pero, no sé bien por qué, siempre lo espero con expectativas. Ese día camino desconcertado en medio de la ciudad. Me han hablado de aquel baile, lo he visto por la tele y he escuchado diferentes comentarios que lo censuran y que se espantan desde diversas posiciones. Entonces me animo y me decido a dar una vuelta por aquellas discotecas que ya tengo localizadas: <> y <>, una enfrente de la otra, cerca de la esquina de Washington, entre Bolivia y Uruguay.

Ahora son las dos y diez de la tarde y muchos jóvenes salen de sus centros de estudios no necesariamente hacia sus casas. Me los encuentro en la puerta y, con ellos, ingreso a un salón muy grande, lleno de luces pero oscuro, y con una música --ritmo axé-- que retumba fuertemente en el oído. Las mujeres se visten medio casuales, medio coquetas --eso sí-- con ropa apretadita, pero los hombres me parecen mucho más aparatosos: usan pantalones cortos pero largos hasta la mitad de la pierna, polos de equipos de la NBA y gorros que se asemejan a los maleados del Bronx que vemos en algunas películas o series de televisión.

Nadie me mira, paso desapercibido y me siento cómodo. Me acerco a la barra y observo que nadie compra nada. Como hace meses me operaron no puedo tomar cerveza y pido una botella de agua helada. La chica del bar se sonríe y me dice que ahí no venden esas cosas. Ahora sí me siento descubierto y me doy cuenta de que mi pedido es <>, pues poca gente consume botellas de agua en el mundo popular. En esas discotecas, si hay dinero, se gasta en cualquier cosa menos en agua. Estuve cerca de tres horas y observé que las ventas eran mínimas. Por ahí algunos compraban una jarra grande, pero de bebida gaseosa (¿Perú Cola?) quizá con algún licor que no reconozco bien; otros --los más bacanes-apostaban por una de cerveza, pero siempre entre varios. La entrada cuesta tres soles y aquello es más que el pasaje de regreso a casa.

El calor sigue siendo fuerte pero la gente ya baila sin detenerse. Calculo que debe haber más de quinientas personas en el local y son las dos y cuarenta y cinco de la tarde. Siguen llegando. Es martes, un martes normal como cualquier otro martes. Pregunto por el <> y me dicen que dentro de poco lo pondrán. Me siento y observo: asumo que regreso otra vez a la clandestinidad. Veo parejas que bailan con gran estilo y que se divierten mucho mostrando toda su...

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