La aurora del pensamiento económico

Por Iván Alonso. Economista

Convencionalmente consideramos a Adam Smith el padre de la economía, y cualquiera que haya leído ?La riqueza de las naciones? no puede menos que simpatizar con esa chapa. Pero ya otros autores antes que él, como los llamados fisiócratas en Francia y la escuela de Salamanca en España, habían hecho contribuciones importantes al pensamiento económico. Y si nos atrevemos a seguir retrocediendo en el tiempo, nos encontraremos, como de costumbre, con los griegos.

El poeta Hesíodo, que vivió alrededor del año 700 a. C., narra en ?Los trabajos y los días? la disputa sostenida en los tribunales con su hermano Perses por la herencia paterna, a propósito de lo cual reflexiona sobre las exigencias de la vida. No tiene una teoría económica propiamente dicha, es decir, una teoría sobre la interacción de la gente en el mercado y la asignación de los recursos económicos. Pero podemos ver en él a un precursor de ciertos conceptos económicos como la creación de valor por medio del trabajo, el sentido de la competencia y, saltando por encima de los siglos, la importancia de las instituciones.

?Los dioses?, dice Hesíodo, ?tienen oculto el sustento a los hombres?. Pero el que busca encuentra. De allí el consejo que le da a su hermano: ?Trabaja, oh Perses, divina estirpe, para que el hambre te aborrezca?. Cualquiera sea la suerte que le toque a uno, lo mejor es volver la mirada de los bienes ajenos al trabajo propio, pues los dioses pusieron el sudor antes que el éxito.

La amargura por el pleito familiar da lugar a una importante distinción entre dos clases de lucha. Hay la lucha mala, que acrecienta la discordia y la guerra. Ningún mortal la quiere. Pero hay también la lucha buena, que Zeus puso en las raíces de la tierra y que hace al hombre una mejor persona. Esa lucha, que...

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