Así castigaba al norte el dios Aiapaec

Por enrique planasCaprichoso es el dios Aiapaec, principal deidad de los moches. Castigador, temido y adorado, es llamado también el decapitador. Fue adorado como el dios creador, el proveedor del agua. Y como toda divinidad, lo que nos da, también nos lo quita. Tenaz y belicoso, entre los siglos I y VIII después de Cristo, el pueblo moche excavó canales en medio del desierto para regar sus cultivos y convertir el suelo árido en un fértil valle. Asimismo, palacios, templos y enormes pirámides de adobe dan cuenta de su magnificencia. Pero hacia finales de año 800, esta sofisticada cultura conoció un final repentino. Provocados por drásticos cambios climáticos, una serie de cataclismos naturales afectó las costas donde su sociedad se había desarrollado y fue horadando las bases de su civilización. Por entonces, el territorio de los mochicas se había extendido al norte, por el valle del río Jequetepeque, siendo sus principales asentamientos San José de Moro y la huaca Dos Cabezas, y por el valle del río Lambayeque, donde se levantaban Sipán y Pampa Grande. Por el sur, ocuparon el valle del río Moche, donde se localizan la Huaca del Sol y la Huaca de la Luna, y el valle del río Chicama, donde se encuentra el complejo ceremonial de El Brujo. Norte y sur son zonas de gran aridez. Pero los moches vencieron al desierto a través de la irrigación artificial. Con ladrillos de barro, desviaron el agua de los ríos y crearon un tejido de acueductos, muchos de los cuales están en uso hasta hoy. De esta forma produjeron más de treinta variedades de cultivos, que les permitían contar con grandes excedentes agrícolas. Para el arqueólogo Walter Alva, director del Museo Tumbas Reales de Sipán, y una autoridad en la investigación de la cultura Moche, este espléndido sistema de irrigación también tenía un alto riesgo de colapso. ?Un pueblo que vive de la agricultura en el desierto está expuesto a estas dos ambivalencias: las lluvias y la sequía. Dos fenómenos contradictorios que al final pueden terminar con una sociedad?, explica. Sin embargo, en el siglo VI esta sofisticada sociedad construida en delicado equilibrio ecológico empezó a recibir los embates de El Niño y sus precipitaciones torrenciales. Si bien el fenómeno afectaba al norte con regularidad, lo que sufrieron los antiguos peruanos fue un diluvio prolongado, lluvias que asolaron la región a lo largo de treinta años. Las inundaciones contaminaron canales y manantiales, además de erosionar miles de...

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