El artista, la obra y un terreno fangoso

Por Diario ?La Nación? de Argentina, GDA

Hace dos semanas murió Liam Scarlett, un coreógrafo británico de 35 años, quien fue primero ?niño prodigio?, más tarde ?joven promesa? y luego, ?una gran figura? del Royal Ballet de Londres, donde se formó, creció y brilló. Allí también, en el 2019, fue denunciado por conductas sexuales inapropiadas con alumnos de la escuela de danza y suspendido, para que la posibilidad de una aberración semejante fuera investigada. Pero aunque meses más tarde se informó que no había pruebas concluyentes para continuar con el caso, en el 2020 dejó de ocupar el cargo de artista residente en esa institución.Con la noticia en los titulares de la prensa internacional, el mundo de la danza (autoridades, bailarines, coreógrafos, críticos, fans) se volcaron a las redes sociales para decir lo suyo, para despedirlo, conmovidos, algunos casi en shock. Una ironía a la que habría que prestarle atención: ese medio que es caldo de cultivo de la cultura de la cancelación estaba al mismo tiempo empezando a esculpir un mito.Hay que separar la obra del artista. ¿Sí? ¿Se puede? La afirmación, que para algunos ya suena a eslogan trillado, y sus consecuentes preguntas, se reformulan todos los días. Vemos entonces que, ni tan trillado ni tan obvio, el debate es interesante y difícil, pero la discusión parece aún inconducente: lo que para unos es indispensable para otros es imposible.Hace un año, en una extensa nota sobre el tema publicada en ?La Nación? Revista, un médico psiquiatra señalaba que...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR