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El arte extremo de He Yunchang sacude China

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Por Adrián Foncillas. Desde BeijingCuando todo el país se concentraba el 8 de agosto de l 2008 en la inauguración de los JJ.OO. de Beijing, a He Yunchang le extraían en un quirófano la octava costilla con la que después se construiría un collar. También ha ?dividido? el caudal de un río colgado boca abajo de una grúa con la sangre que brotaba de las incisiones de sus brazos durante media hora. Una herida infligida al río, según sus cálculos, de 4.500 metros de largo. Se ha destrozado los ojos frente a decenas de bombillas, encerrado en un cubo de cemento rápido, quemado las ropas con un mechero hasta quedarse desnudo en recuerdo a las protestas tibetanas y ha pintado las uñas de decenas de modelos con su sangre. He asegura que con su sufrimiento solo pretende experimentar y sentir, que no busca impresionar, pero es inevitable. Habla pausadamente y de vez en cuando su sonrisa muestra una dentadura caótica y enlutada por el tabaco. Su fibrosa anatomía colecciona cicatrices. El dolor es el elemento común en su obra, pero no el objetivo, sino el precio que paga por expresar su preocupación por el mundo. A He, más que sus heridas, le duele la deriva de su país. ?China se ha desarrollado muy rápido en las últimas décadas, pero solo en aspectos materiales, no en el arte, la imaginación y otras cuestiones espirituales?, sostiene. He es reverenciado por el gremio local, acumula dos décadas de experiencia y ha trabajado en Estados Unidos, Europa y Australia. No es un descerebrado de Jackass. Los críticos subrayan su hondura, intención y poesía. Para su famosa obra ?Un metro de democracia? reunió a 25 amigos y les preguntó si debía cortarse con un cuchillo desde la clavícula al muslo. El escrutinio arrojó 12 síes, 10 noes y 3 abstenciones. Un médico efectuó la incisión de un metro de largo y medio centímetro de profundidad. Algunos de los que habían votado por el sí tuvieron que salir mientras He pedía al galeno cortes más rotundos y encadenaba alaridos de...

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