El arsenal retórico

El verbo forma parte de la gestión gubernamental, qué duda cabe; por lo menos en la mayoría de los casos, pues es cierto que hay autoridades que hacen de la parquedad un arte refinado. Lo inquietante es cuando desde las alturas del poder se denuesta de los críticos y de la oposición en base a calumnias e insultos, casi a manera de práctica deportiva.

Es preocupante porque revela una mentalidad autoritaria y, también, un control omnímodo de los poderes del Estado, pues solo quien no teme algún tipo de consecuencia legal o política puede permitirse ese modo de interlocución con sus oponentes.

Eso es lo que ha estado pasando en Venezuela con el régimen chavista y en los últimos días los decibeles están alcanzando nuevos picos. Así, muchos hemos escuchado pasmados a la ministra de Asuntos Penitenciarios de ese país, Iris Varela, tildar a Henrique Capriles de asesino y prometerle una celda en una cárcel. No importa que el aludido no haya sido condenado por un tribunal por ese cargo. Tal vez, en la mente de la funcionaria y de sus compañeros en el régimen, tal condena sea un mero formalismo que será cumplido indefectiblemente en los próximos días.

También, por cierto, el calificativo de âfascistaâ es usado a placer contra los adversarios, deformando por cierto el sentido del término...

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