En Aramburú se detuvo un atropello

Por PedroOrtiz BissoLea mañana en Lima a Angus Laurie El Comercio no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta. Quienes trabajamos en el Centro de Lima sabemos que usar un auto particular, un ómnibus o un taxi para entrar o salir de allí lo único que garantiza es pasar eternos y desesperantes minutos en filas interminables. Así, aturdidos por el smog y el olor a fritanga de aceite desconocido, hay tanto tiempo a la mano que hasta es posible leer un par de veces alguno de esos bodoques que fabrica Dan Brown para seguir engordando su billetera. De ahí que el Metropolitano, a pesar de que sus usuarios viajan como sardinas, represente una bendición para quienes viven en el norte o el sur de la ciudad.No hay mucha magia aquí. Lima requiere de un buen sistema de transporte público para aliviar el caos que soporta. Esa debería ser la prioridad de cualquier gestión municipal, sea del color que sea.La idea del Metropolitano la trajo Alberto Andrade. Luis Castañeda tomó el testimonio, le cambió de nombre y después de infinitos retrasos y un presupuesto que engordó varias veces, lo puso en funcionamiento. El corredor segregado de alta capacidad (Cosac) I empezó a trabajar hace ocho años. Y debían construirse otros que integren el resto de la ciudad.Aunque el sistema atiende apenas 700 mil de los viajes que se realizan a diario en Lima, no deja de ser un desahogo que sus usuarios agradecen. Está claro que ese es el camino. ¿Qué se ha hecho entonces? Casi nada.Empecemos por algo fundamental: el...

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