Aprender a ser favorito

La gitanería manda crecerse ante el grande y perder ante el chico; es la condena de quienes confían su suerte al contrasentido. Felizmente, esta selección peruana, por una vez, no parece hecha de esa materia. Sus méritos tienen otro origen. El más importante, es reconocerse chico. La fuente de esa idea acaso se deba a Markarián, quien en la Copa América pasada demostró que no era necesario un despliegue de estrellas para ser competitivo a nivel regional. Lamentablemente, él mismo traicionó su revelación forzando aquello de Los 4 Fantásticos; más adelante, tardó mucho en recular. Gareca, en cambio, ha logrado formar una selección justa, de atrás hacia adelante, a la que no le sobra nada. No está mal para empezar: ha empezado a incorporar conceptos útiles (distancia entre líneas, adelantar la presión de marca al mediocampo) y, desde su modestia, tiene resultados: ha encajado solo dos goles en tres partidos. Nada mal si tomamos en cuenta que, según el polémico ránking de la FIFA, Perú se ha enfrentado a dos de las cinco mejores selecciones del mundo.El reto ante Bolivia es otro: por un lado, saber si con Retamoso y Yotún se podrá reemplazar a Ballón y a Lobatón; por otro, conocer cuál es la estrategia de cara a los partidos en los que Perú, por peso e historia, debe tomar el protagonismo (en un cálculo fácil, el 10% de los partidos de clasificación).Lo primero es clave: la falta de banca es uno de los déficits habituales de Perú en las Eliminatorias. Si a las suspensiones sumamos las lesiones y la edad (Lobatón), es posible que este escenario sea una constante en los próximos...

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