El antiguo arte de cabalgar las olas

Por Martha Meier M Q (*)El oleaje anómalo que estos días azota la costa peruana es con lo que sueña una raza particular de peruanos: los y las tablistas. Y mientras en Lima andábamos abrigados hasta la nariz, preocupados por olas que alcanzaban la pista del circuito de playas, ellos se escapaban de sus rutinas para no perdérselas. Esa raza única no sabe de invierno, frío ni horarios, y basta que se corra la voz de que el mar está crecido para que, en menos de lo que canta un gallo, ya estén sobre las olas olvidándose de todo lo demás.No hay que ir muy lejos para ver a hombres y mujeres ?de todas las edades y condición social? convertidos en una extensión misma de las olas, en seres que parecen haber nacido del y para el mar. Ayer mismo la Costa Verde estuvo inundada por estos jinetes del oleaje. Remontar y surcar olas no es nuevo en el Perú. Desde tiempos precolombinos, es decir al menos cinco mil años atrás, ya se usaban embarcaciones con forma de media luna (o caballitos de totora) para tales fines. Los antiguos peruanos salían de pesca, sí, pero gustaron también de ganarle a la reventazón, como se continúa haciendo hoy en la costa norte, particularmente en Huanchaco, Trujillo. De hecho deslizarse sobre las olas es parte de las destrezas necesarias para una buena jornada de navegación y de pesca. Óscar Tramontana Figallo, en su libro por editar ?Cinco mil años surcando olas?, refiere que la navegación en embarcaciones de totora permitió a los peruanos establecer vínculos con pobladores de otras costas, incluida la Polinesia y que entre el Perú, Polinesia y Hawái se formó ?una suerte de triángulo...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR