Ansiedad y depresión

Un año a prueba, bajo riesgo de terminar en la cárcel (donde la jueza se ha reservado el derecho de mandarlo). Acudir todos los meses a la oficina de control y no cambiar de domicilio sin avisar previamente al juzgado. Seis mil soles de reparación civil. Estas son las consecuencias a las que está sujeto el periodista Rafo León, quien, a través de una columna de opinión publicada hace casi dos años, hizo que la también periodista y ex editora de Fin de Semana de este Diario, Martha Meier, ?sufriera de ansiedad y depresión?, según la sentencia de la jueza Susan Coronado.Es interesante cómo esta fórmula de la sentencia sirve tan bien para retratar los sentimientos que la misma amenaza con dejar a quienes creen en la libertad de expresión y ven con preocupación que, contra la tendencia mundial y contra nuestra propia Constitución, en el Perú existe el delito de opinión. Una verdadera espada de Damocles que ?luego de esta sentencia y de otras similares ocurridas recientemente? pende sobre las cabezas de todos los medios y periodistas, aunque tiene consecuencias que van mucho más allá de nosotros. Después de todo, la libertad de expresión no es solo una buena noticia para quienes basamos en ella nuestra profesión, sino también para quienes se benefician cuando mayor sea la información (incluyendo las opiniones) a la que puedan tener acceso. Es decir, todos los ciudadanos.Dicho de otra manera: el derecho a la libertad de expresión no solo compete a quien lo ejerce o pueda querer ejercerlo, expresando públicamente algo; sino también a todos los potenciales interesados en escuchar ese algo, aunque solo sea para rebatirlo. No en vano la libertad que cada uno de nosotros tiene para opinar es exactamente igual a la que posee para aceptar o descartar las opiniones ajenas.El tamaño de la amenaza que se va instaurando en nuestro país con estas sentencias es directamente proporcional al del espacio que nuestra ley deja a la subjetividad a la hora de determinar cuándo alguien ha incurrido en difamación por ?ofender? a una persona. Es decir: es enorme y, de hecho, muy difícil de delimitar. Tan difícil de delimitar como el espacio en el que una persona puede sentirse ?ofendida? por una opinión negativa sobre ella. Ciertamente, son muy pocas las críticas ?para no hablar de las sátiras? que se puedan hacer, por ejemplo, de un político, que...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR