El amor en tiempos de la corona

Por Antropólogo

Hace un tiempo vi un grafiti en un muro en el que se leía: ?Yo tampoco sé vivir, también estoy improvisando?. La conciencia de un sentimiento así creo que nos define dulcemente en un momento como este donde nos tocó vivir un episodio bastante apasionante de la historia humana. A diferencia de las epidemias medievales, nosotros conocemos las características del virus que nos convoca y estamos cada vez mejor preparados. Estamos mejor intercomunicados y generamos respuestas mucho más eficientes. Creo que una respuesta muy humana ha sido tomar conciencia de una serie de aspectos que la vida cotidiana nos hace olvidar.Un virus invisible a nuestros ojos, con nombre latino que mutó al otro lado del planeta, nos ha recordado que, pese a ser la especie dominante, seguimos siendo entidades biológicas no distintas a las plantas ni a las aves. Pero este virus que tiene forma de pelota llena de puntas también nos ha recordado que somos seres sociales de manada y que el impacto que tiene en nuestro cuerpo también lo tendrá en nuestras costumbres hasta dar con la economía global y los sistemas de producción. Como si fuera poco, este pequeño ser nos ha recordado que no solo somos una realidad biológica y social, sino un mar de emociones, y como hemos descubierto mejor en la cuarentena, hay un universo en cada uno de nosotros.Los humanos somos, pues, una unidad biopsicosocial. Nuestro aspecto biológico nos ha recordado que nuestro bienestar físico está en tensión constante con el equilibrio que podamos tener con el medio ambiente. Una genial caricatura de Carlín nos hace ver que el renacer de la fauna próxima a las costas de Lima evidencia que como especie éramos una suerte de epidemia para la naturaleza. La deforestación y urbanización de áreas naturales han hecho posibles, en muchos casos, las mutaciones de virus que se trasladan entre diferentes especies hacia los humanos, generando así nuevas enfermedades y epidemias, pero sobre todo revelando un quiebre en un equilibrio demasiado delicado desbordado por el homo sapiens.Descubrimos nuestra dimensión psicológica especialmente cuando ya no podemos escapar de nosotros mismos a través de tantas actividades y nos toca confrontarnos con los que convivimos. O mejor aun cuando compartimos la angustia con los demás. Tal vez es momento de descubrir que hemos vivido evadiendo nuestros propios demonios y rechazando ayuda efectiva; y debemos reconocer que no somos los únicos con guerras internas...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR