¡Ahora empieza el baile!

Por Juan Paredes Castro

El titular de esta columna no es una alusión a las celebraciones de Año Nuevo.

Es un toque de atención a los políticos que dicen ser servidores del bien público.

Especialmente a aquellos que postulan a cargos de elección popular, que saben que están sujetos al escrutinio de la ciudadanía, de la prensa y de la justicia.

No se trata de saber si son dueños del cuero más duro y de la más sensible de las almas. Se trata de saber si son conscientes del terreno en el que se mueven (el terreno de la política y del poder) y de cuán tolerantes pueden ser a las críticas y a las opiniones, incluidas las de sus adversarios.

Así que, salvo pullazos y agravios de por medio, nada que tenga que ver con reclamar de ellos un certificado de buena conducta debe llevarlos a fruncir el ceño o a repartir insultos y golpes a diestra y siniestra.

Lo que muchas veces olvida un político, que a su vez puede ser candidato a la Presidencia de la República o al Congreso, es que lo que busca, el poder, no es un asunto privado. Por el contrario, es un asunto público que, al margen de su tamaño e importancia, compromete de alguna forma la vida social, económica y política de toda una comunidad.

No hay peor grano de arena que el que pone un político en los surcos de las fuerzas del...

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