Adiós a la Suiza mediterránea

Por Virginia Rosas Ribeyro. Analista internacional

Si hay algo que la crisis financiera chipriota ha sacado a flote son las relaciones tormentosas de Rusia con la Unión Europea. "El robo continúa”, lanzó a modo de comentario el primer ministro ruso, Dimitri Medvedev, cuando se enteró de la aceptación del Plan B por parte de Nicosia.

Y es que –aparte de los ahorristas chipriotas por supuesto– los rusos resultaron los grandes perdedores del plan de salvataje impuesto por el Banco Central Europeo, pues además de las pérdidas en los depósitos bancarios, las empresas rusas están preocupadas por la restricción de movimientos de capitales que acompaña la reestructuración del sector.

Empresas de gas como Gazprom, Novatek; petroleras como Rosneft; metalúrgicas como Evraz, Novolipetsk, Steel, Severstal, Norilsk, entre otras, efectúan la mayor parte de sus transacciones a través de la Suiza mediterránea, acusada de lavar dinero de dudosa procedencia, sobre todo de la mafia rusa.

La economía chipriota representa solo el 0,2% del PBI de la zona euro. Sin embargo, los ahorros y los haberes rusos (25.000 millones de euros) sobrepasan ampliamente los 18 mil millones de euros del PBI de la isla. El Banco Laiki (Banco Popular), que será clausurado, era el preferido de los rusos por la facilidad para abrir cuentas anónimas ‘sin moverse de casa’. El diario económico moscovita "Vedomosti” evalúa las pérdidas de los rusos por la clausura de ese banco en 3.200 millones de euros, sin contar los depósitos congelados.

Sin embargo, las filiales de...

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