Adiós, Dr. Cobre

AutorThe Economist

Los médicos son conocidos por rehusarse a colgar el estetoscopio, pero llega un momento en que su destreza comienza a menguar, y jubilarse es lo mejor para ellos y sus pacientes. Lo mismo aplica para los galenos metafóricos del mundo financiero, cuya capacidad para diagnosticar la salud del mercado cambia con el paso del tiempo. Y el final estaría cercano para el más ilustre de todos: el Dr. Cobre.

Metal crucial para la construcción de todo tipo de conectores, tuberías y cableado, el cobre recibió su apodo en Wall Street gracias a su rol como barómetro de la situación de la industria global. Un alza en su cotización es considerada como un primer síntoma de un repunte económico; una pronunciada caída es presagio de recesión o, al menos, de una desaceleración de la manufactura.

¿Qué está ocurriendo en estos momentos? La manufactura se ve pálida, su producción global apenas ha crecido 0.5% respecto de hace un año, muy por debajo de la tasa promedio de 2.6% de los últimos 20 años, y el mundo avanzado está en recesión industrial. Un tambaleo de escala similar, en el 2015, provocó el hundimiento de la cotización del cobre de alrededor de 25%. Sin embargo, en lo que va del año, solo se ha reducido 6%. Los precios de los contratos de futuros con vencimiento en el 2025 están estables, y de los que vencen el 2026, han subido un tanto.

La ruptura de las reglas usuales es más llamativa en China, que consume más de la mitad de la oferta anual de cobre del mundo. Su malherido mercado de vivienda podría haber hecho pensar que el metal estaba condenado a abaratarse. Después de todo, la inversión inmobiliaria en ese país, otrora impulsora clave de la demanda por cobre, está contraído 9% respecto de hace un año. Pero lo curioso es que la demanda china por el metal ha crecido alrededor de 10% este año.

La explicación radica en los drásticos cambios que están ocurriendo en el sistema energético. Este año, de acuerdo con el banco de inversión Goldman Sachs, China habrá instalado alrededor de 150 gigavatios (GW) de capacidad de energía solar, que es intensiva en el uso de cobre, casi el doble de lo instalado el año pasado. Los métodos para almacenar energía también requieren del metal rojo.

Es el caso del almacenamiento por bombeo hidroeléctrico, que consiste en aumentar la energía potencial del agua (por ejemplo, trasladándola de una represa a otra, para lo cual se usa electricidad), a fin de que el exceso de energía de fuentes como solar o eólica pueda...

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