Adiós, Antonio Cisneros

Por Diego Otero

Más allá de la literatura, Lima es un poco más triste sin Antonio Cisneros. Algo se termina con él: una forma de la vitalidad que también puede ser perspicaz, incorrecta, sorpresiva, culta, incómoda y verdaderamente divertida. La ciudad ha perdido excentricidad y brillo, y la agudeza de un humor inquietantemente inteligente. En los últimos veinte años, entre la Calle de las Pizzas y el Gloton?s, Cisneros se convirtió en una máquina de hacer performances memorables, como para recordarnos (de paso) que Lima también merece intensidad y altura.

En el territorio estrictamente literario, las noticias no son demasiado alentadoras: con Cisneros se nos va el último de los grandes referentes de la poesía peruana, y no deja relevo. Pueden haber otros poetas notables, quizá hasta en vías de cristalizar obras maestras, pero por ahora no son referentes de dimensiones considerables; es decir, no cruzan la barrera del circuito habitual de lectores de poesía.

Cisneros captó imágenes, sonidos e ideas que tocan fibras en mucha gente, y que calan, que dejan marca, que acompañan. Pasan las generaciones y los jóvenes descubren, año a año, que se puede reír y sintonizar rock and roll al interior de un poema gracias a libros como ?Canto ceremonial contra un oso hormiguero? o ?Como higuera en un campo de golf?. También, descubren que se puede experimentar placer al interior de un poema. La poesía no es la casa del aburrimiento; tampoco, la de la sensiblería.

Alejandro Zambra, el escritor chileno más celebrado de las últimas generaciones, dijo alguna vez que ver a Cisneros leyendo poemas en el Palacio de la Moneda era como ver a los Rolling Stones. Una leyenda, un circo, un aquelarre y una fiesta. El paquete completo. Toda la paleta de sensaciones. Ningún poeta peruano vivo es (por ahora, al menos) capaz de alcanzar esa onda expansiva. Y sospecho que todo tiene que ver con el humor, el espíritu desafiante, la horizontalidad del diálogo.

Alguna vez, hace unos años, en una conversación informal, el crítico de arte Jorge Villacorta me dijo que a veces le parecía que muchos de los artistas más interesantes del Perú contemporáneo se habían formado de manera autodidacta y que sus...

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