Un acuerdo plural

Por Eugenio Díaz Bonilla (*)El problema actual de Argentina es político y gira alrededor de la presidenta, Cristina Fernández. La posibilidad de completar los dos largos años que quedan del período constitucional sin otra frustración para los sufridos habitantes de nuestro país requiere capacidad moral, amplitud de diálogo político y solvencia técnica. Con esas tres cualidades se puede realizar una amplia convocatoria con agenda abierta para ordenar la situación política, económica, social e institucional de manera de dejar el mejor país posible para la nueva administración, cualquiera que ella sea. La presidenta, con la legitimidad democrática de su contundente reelección en 2011, es quien está llamada a conducir ese proceso. Para lo cual es importante que ella considere todos los elementos que pueden debilitar las cualidades necesarias para esa tarea.Primero, el crescendo de denuncias acerca de transacciones incompatibles con las funciones públicas requiere respuestas más sólidas que las que hasta ahora se han presentado desde el gobierno. Asimismo, la percepción de que la Justicia está siendo impedida de resolver de manera independiente los casos existentes que involucran a altos funcionarios del gobierno debilita la necesaria capacidad moral para realizar la convocatoria amplia que nuestro país necesita. Dando vuelta la conocida frase que dice que las instituciones, (y las sociedades) como los pescados, se pudren por la cabeza, la ejemplaridad de conducta necesaria para conducir también empieza por la cabeza.Segundo, las recientes convocatorias al diálogo del gobierno, valiosas en sí mismas, se debilitan cuando se dejan importantes sectores productivos, laborales y políticos fuera de las mismas. Ninguna de las sociedades que en las últimas décadas han transformado exitosa y aceleradamente su estructura económica y social lo hizo sin amplios acuerdos (que es diferente de la idea insustancial de ?estar juntos? o sacarse fotos con todos). Por otra parte, las sociedades divididas, inevitablemente, sufren deterioros económicos y sociales continuos. Esta división puede ser un problema insoluble en países marcados por profundos quiebres religiosos y étnicos o con enormes disparidades socioeconómicas. Pero dicha división es una construcción forzada en el caso de Argentina, donde existen consensos societarios mucho más amplios que lo que la retórica de los teóricos del conflicto permanente sugiere, y donde las divisiones socioeconómicas, no...

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