Contra la actitud intimidatoria de Erdogan

Por Timothy Garton Ash. HistoriadorOtro año más, otro país más, otra plaza más: después de la Plaza de San Wenceslao en Praga, la Plaza de la Independencia en Kiev, la plaza Azadi en Teherán, la plaza Roja en Moscú y la Plaza de Tahrir en El Cairo, ahora nos encontramos con la plaza Taksim en Estambul. Todas ellas se muestran al mundo entero a través de unas imágenes fotográficas icónicas. Aquí, es esa joven con un vestido rojo, Ceyda Sungur, profesora de la Universidad Técnica de Estambul, mientras un policía antidisturbios le arroja gas lacrimógeno de cerca. Los símbolos nacionales, las banderas y los colores cambian ?verde en Irán, naranja en Kiev, rojo en Estambul?, pero la esencia de la imagen es la misma. Una joven moderna, urbana, seguramente laica, se enfrenta al hombre armado, con casco, sin rostro. Él representa a las fuerzas de la reacción, el autoritarismo y la dominación, ya sea al servicio de los ayatolas, el presidente Vladimir Putin o ese sultán frustrado que es el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan.Vemos esta iconografía de la protesta pacífica y sabemos de inmediato de qué lado estamos. Estamos con ellos. Ellos son de los nuestros; nosotros somos su gente. Influidos por el poder de sugestión de las imágenes visuales seleccionadas por las televisoras y los responsables de fotografía de los periódicos, así como por las preferencias colectivas espontáneas de las redes sociales, tenemos el sentimiento semiconsciente de que estamos ante una misma y larga lucha.En cierto modo, ese sentimiento no está del todo descaminado. Existe hoy en el mundo entero una especie de Quinta Internacional de hombres y mujeres jóvenes, más preparados, que en su mayoría residen en ciudades, que se reconocen y se entienden en todas partes, desde Shanghái hasta Caracas y desde Teherán hasta Moscú. Como la generación de 1968, tienen algo en común, pero esta vez se extiende a todo el planeta. En parte, porque viajan mucho, viven y estudian en varios sitios. Aquí, en Berlín, acabo de ver a una estudiante turco-alemana o germano-turca que participó en las protestas, llamada Ebru Dursun, explicar con calma a los telespectadores, en un alemán impecable, qué está ocurriendo y a qué aspiran los manifestantes como ella.En otro aspecto, este sentimiento nos puede arrastrar a una deriva peligrosa. Cada una de esas plazas representa un momento distinto en un contexto muy diferente, y los resultados también han sido de lo más variado. En la plaza Taksim...

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