Acoso callejero en Lima.

AutorGrimm, Nicole
CargoCIUDADES VIOLENTAS

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

Aveces parece que el espacio público no es del todo público, como si hubiese algún pasaje o tarifa que las mujeres nos hemos olvidado de pagar a la hora de salir de nuestras cocinas para poder ingresar al territorio del macho que se respeta. Eso que a muchas les hace dudar de ponerse una falda corta el día que deben caminar un largo tramo o subir al Metropolitano se llama acoso callejero, y es un tipo de violencia en contra de todas nosotras. Lo peor de todo es que se trata de violencia de género, lamentablemente aceptada por todas y por todos. El hombre inseguro se siente regio porque es una manera fácil de asegurar su hombría, y la mujer no pocas veces asume que es normal, que es la multa que tiene que pagar por tener senos y caminar sola por la calle sin un hombre que la defienda, que la acompañe, o lo que sea. (1)

Muchas de nosotras tenemos una lista mental bastante extensa de las calles que debemos evitar para no ser agredidas por los hombres que las transitan. Cuántas veces hemos debido acelerar el paso al darnos cuenta de que el hombre que nos silbó decidió seguir el chiste un rato más y aventurarse a mandarnos un "piropo" que, según ellos, jamás es mal intencionado. Lo peor de todo es que juran que nos están alegrando el día con esas cosas que prácticamente nos escupen a medio metro de distancia.

Creen que nos gusta que nos digan "mamita deliciosa" o "abusiva" al cruzar una calle con un hermano menor; que contamos con esos "hola, gordita linda" al oído para poder sobrevivir el día a día; que se nos dibuja una sonrisa cuando al rechazar un taxi el conductor nos grita "cosita rica". ¿Qué pretenden los taxistas que nos piropean al paso?, que dejemos todo lo que estamos haciendo y los sigamos gritando "¡espera, quiero que me hagas esas cosas que dices!".

Por más que duela admitirlo, crecemos pensando que es normal ser agredidas en el espacio público, e igualmente los hombres asumen lo que se les debe hacer pasar a las mujeres cuando están en la calle. Esto proviene, lamentablemente, de nuestra cultura, donde la figura masculina es exaltada y se cree que todo hombre tiene derechos inherentes, como el derecho a una mujer. Siguiendo la misma premisa, ante los ojos de un hombre inseguro toda mujer tiene que convertirse en su asociada sexual, sin derecho a opinar sobre sí misma. La idea de que la mujer le pertenece al hombre, cualquier hombre, es lo que en mi opinión sienta las bases del acoso sexual callejero. La mujer...

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