Se acabó el recreo

Por Patricia Del Río

Ollanta Humala va a cumplir un año frente a un gobierno que no tiene grandes éxitos que mostrar en el discurso del 28 de julio. Sí, ya sé, el presidente igual inflará el pecho, hablará de sus logros como Pensión 65 y Beca 18; y enarbolará orgullosísimo el aumento del sueldo mínimo. Pero si bien estos logros no son poca cosa, todos sabemos que, más allá de los recuentos triunfalistas a los que nos tienen acostumbrados estas fechas, el balance para la actual gestión de Humala es negativo, y la población ya lo jaló en las encuestas.

¿Podría ser peor? Por supuesto. Hay que reconocer que, hasta ahora, a Humala le salen baratos los errores de gestión con los que hubieran lapidado a otros presidentes. Y es que el líder nacionalista tiene algunas características que lo salvan del apanado generalizado: en primer lugar, metió tanto miedo en su campaña con ideas bastante radicales sobre el manejo de la economía que el solo hecho de que no las haya aplicado le granjea una entusiasta ovación entre quienes votaron por Keiko Fujimori. Y en segundo lugar, aparentemente la población ha estado dispuesta a soportar su aprendizaje como primer mandatario y le ha tenido harta paciencia; a diferencia, nuevamente, de García que tenía que demostrar desde el primer día que algo había aprendido tras su nefasto gobierno de los ochenta. Pero el tiempo de gracia se está terminando. Y 17 muertos es un saldo demasiado escandaloso para justificar un año de entrenamiento. La inexperiencia del gobernante debería costarle al país puntos del PBI, o de inflación, dinero malgastado o proyectos mineros que se vuelven inviables, pero nunca vidas. Nunca tantas vidas.

La pregunta del millón es, entonces, ¿ya está listo...

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