¿Y si abrimos una librería?

Por POR ana bustinduy y carlos lorenzoLibrerosLlevábamos cinco meses viviendo en Barranco. Carlos estaba cansado de su trabajo; Ana no conseguía encontrarse. Nos refugiábamos en los libros, y conseguirlos significaba viajar a Quilca, a Miraflores, a San Isidro. Encontramos un lugar. Los amigos nos ayudaron a lijar y pintar. El día antes de abrir nos dimos cuenta de que los pocos libros que había se caían continuamente. El padre de Ana dijo ?¡lentejas!?, y desde entonces se quedaron las latas como expositores. Pronto la librería creció en todos los sentidos: vecinos aportaron sus libros para organizar una biblioteca, artistas se ofrecieron para exhibir su obra, escritores y escritoras conversaban. Editoriales cartoneras hacían talleres, encuentros de fanzines, muestras de cortos, siempre gratuitos. En pocos meses La Libre ya era otra cosa, se había convertido en el punto de encuentro de personas con ganas de hacer cosas, de descubrir cosas. La Libre les pertenecía. Desde Víctor contando con su pututo la historia de la tortuga que no sabía nadar a Gabriela Wiener, Rocío Bardají y Jaime...

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