Abolición de la muerte.

AutorCasta
CargoEl zorro de arriba y el zorro de abajo, novela de Jos

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

Uno de los textos literarios más audaces y, seguramente, el más desgarrado de los que se hayan producido en el Perú es El zorro de arriba y el zorro de abajo, (1) la novela póstuma que cierra el ciclo creativo de José María Arguedas. El suicidio del escritor, que dejó inconclusa su última obra, puso fin a una vida, pero esos meses de escritura agónica que demoró la redacción de la novela inauguraron una fuente de vitalidad que nos acompaña hasta hoy. En Los zorros, ese lugar común según el cual los autores siguen vivos gracias a sus libros cobra una realidad orgánica, concreta y urgente, que explica la importancia de Arguedas en la cultura peruana contemporánea. En más de un sentido, el escritor sigue presente: esta nota intenta aclarar una de las formas de su vigencia.

Existe una tradición crítica que encuentra en esta novela una redefinición de la muerte, que anula su connotación de "final" y abre espacios de prolongación de la vida. Distintos lectores se han ocupado del significado de la muerte en Los zorros, procurando verla a partir de nociones como "resurrección" y continuidad. Lo que unifica a estas lecturas es su voluntad de inscribir, en la desaparición física del autor y en el consiguiente silencio del sujeto de la escritura, un paso hacia otras formas de presencia trascendentes al individuo: presencias colectivas, presencias no humanas. Para Antonio Cornejo Polar, la muerte individual del autor debe ser vista como un "ritual gozoso" (305), puesto que " ... en ella reside la fuerza redentora que terminará por transformar el mundo, haciéndolo a imagen y semejanza de los ideales por los que el héroe, con alegre exaltación, se sacrifica" (305). (2) En una línea semejante, William Rowe reflexiona: "Solemos pensar la desintegración de la persona como un mal. Sin embargo, en Dioses y hombres de Huarochirí, se concibe como proceso generador y, en la novela, se relaciona con la idea del huayco como proceso social y personal de derrumbe y resurgimiento" (137). (3)

Los zorros presenta dos dimensiones narrativas: los diarios, que despliegan el proceso creativo, y el relato, o la novela chimbotana propiamente dicha. Ambas se alternan y retroalimentan. Registro extremo, el diario puede ser visto como un documento que ilumina la situación de Arguedas, el escritor que se debate entre la escritura y el suicidio, entre los meses de mayo y octubre de 1969. Aquí lo entenderemos como el espacio de configuración de un yo abierto y proliferante, semejante a un árbol, que extiende sus ramas y hunde sus raíces dentro y fuera del diario, penetrando en el relato mismo para darle vida. El centro de los diarios lo ocupa el drama agónico de la posibilidad frente a la frustración de la escritura, noción compleja que combina y hasta identifica la supervivencia biológica y la producción textual: "Yo vivo para escribir" (18), afirma la voz del diarista; también dice: "Porque si yo no escribo y publico, me pego un tiro" (14); y, finalmente, en el "¿Último diario?": "Me retiro ahora porque siento, he comprobado que ya no tengo energía e iluminación para seguir trabajando, es decir, para justificar la vida" (253).

Vivir y escribir son formas análogas y aun sinónimas de intervenir en el campo literario y socio-cultural, pero según algunos lectores existen distintas jerarquías, o intensidades, en que la "vida/escritura" se realiza. Para ellos, es necesario distinguir entre "escribir el diario" y "escribir el relato". Por ejemplo, en opinión de...

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