Este año, Rímac Renace

Por Josefina Barrón. escritora Y ComunicadoraSuena la noche en el Rímac. Miles Davis y jirón Tumbes. El saxo acaricia la alameda, conquista la penumbra, se cuela debajo de las faldas del cerro San Cristóbal y allí se hace luz. Las veredas se estremecen, los pasos se sienten certeros. Vecinos y curiosos andan y vienen porque aquí hay música hasta la madrugada, aquí sobra el amor, el arte, la vida, el hogar, la belleza, la almohada mullida y una esquina deliciosa para estarse quieto sin morir de miedo. Sí, en este distrito estiloso y achorado que así nomás no se metía con las sombras si no era entre chavetas o con ojos en las espaldas, en este Rímac más viejo que Ñangué, siempre apuntalado por el abandono, enjuto, precario y desmemoriado, hay quienes han encontrado una suerte de armario a Narnia, aventura mágica, no por eso menos titánica. Un proyecto que va al rescate de la tradición para inspirarse en ella y construir vanguardia. Porque nadie quiere vivir en una casona que alguna vez fue preciosa y hoy a duras penas se sostiene en pie, que habita algunos recintos porque muchos otros permanecieron siempre tapiados, cuyo título de propiedad se hizo polvo en un cajón del escritorio del tatarabuelo, que sobrevive entre sistemas de luz, agua y desagüe que hace tiempo colapsaron, que desconoce el primor que hay en los detalles arquitectónicos de su fachada, que no se hace a la calle porque el barrio se pone salsa apenas oscurece.Dialogaron los tiempos, se congregaron talentos, se consiguieron los fondos. No fue difícil encontrar financiamiento para semejante propuesta. Además de su potencial como foco cultural y turístico, el Rímac es punto estratégico por su ubicación en pleno centro, enlazado con el este y el...

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