Hipocresía de Estado

Venezuela se cae a pedazos, desmembrada política y económicamente por el régimen chavista. Y el resto de la vecindad latinoamericana contempla la escena muda, con un silencio cómplice e hipócrita. No es casual, después de todo, que Maduro pueda salir alegremente a presumir que la Unasur respalda las acciones de su gobierno en estos días (las cuales incluyen censurar a los medios de comunicación incómodos, detener o mandar encarcelar a dirigentes de la oposición, reprimir violentamente las protestas contra los abusos del régimen e, incluso, disparar a manifestantes indefensos). Esto no es, por supuesto, un hecho excepcional. Desde hace ya varios años las democracias de la región y la Organización de Estados Americanos (OEA) han adoptado la penosa costumbre de abstenerse de criticar los comportamientos autoritarios de cualquier país vecino. El Gobierno Peruano no es ajeno a esta desafortunada tendencia a voltear la mirada. Ayer, por ejemplo, la cancillería emitió un comunicado que expresa su ?preocupación por los hechos de violencia ocurridos en la hermana República Bolivariana de Venezuela?, enviando ?sus condolencias al pueblo y gobierno venezolanos?, y haciendo ?un fraterno llamado al diálogo franco y transparente?. Una elegante manera de cumplir con decir algo sin decir realmente nada. O, más específicamente, de cumplir con una formalidad sin denunciar algo que es obvio para todos y que cualquier democracia debería rechazar: que en Venezuela el chavismo ha destruido al país y viola sistemáticamente todas las libertades civiles para tratar de perpetuar su autoritario régimen de manera indefinida.Hace poco, además, el presidente Humala, nuevamente, fue parte de esa comedia denominada Cumbre de Jefes de Estados de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. La llamamos ?comedia? porque una reunión que declara buscar la defensa de la democracia, de los derechos humanos, de la libertad de expresión y de la integración económica y que a la vez admite como miembro a Cuba y le entrega su presidencia a Raúl Castro tiene que ser, necesariamente, parte de una broma de mal gusto. En todo caso, es un ejemplo más de que el Gobierno Peruano (junto con el resto de gobiernos de América Latina) no tiene problemas en reconocer a Cuba como un interlocutor democrático válido...

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