El repliegue presidencial

Por Juan Paredes Castro. Editor Central de PolíticaLlama la atención el constante recogimiento del presidente Ollanta Humala en Palacio de Gobierno.Dicho con todo respeto, podría tratarse de un particular estilo de trabajo, pero que contrasta con la vida de los gobernados, privados, por el silencio oficial, de saber qué es lo que nos espera mañana o pasado mañana, porque tampoco sabemos en verdad cómo se manejan finalmente los asuntos de gobierno y Estado. ¿Escapamos de la estatización de Repsol para asistir a un nuevo intento similar en poco tiempo?Cuando el presidente de la República no puede decir nada, debe y tiene que hacerlo el principal vocero del Gobierno, que es su primer ministro, Juan Jiménez. Sin embargo, ya nos hemos acostumbrado a que ante el silencio de ambos sea la voz de la primera dama, Nadine Heredia, la que suene o truene. Pero esto no forma parte del orden constitucional del país, sino de un modus operandi informal y de facto.Si los protagonismos de Salomón Lerner Ghitis y de Óscar Valdés como primeros ministros molestaban al interior de Palacio de Gobierno, entonces Jiménez Mayor vendría a encarnar el antiprotagonismo. Pero si a su vez el presidente Humala deja día a día de ser protagónico, ¿con qué liderazgo presidencial nos quedaríamos?Estamos ante una ecuación de manejo del poder terrible. La sensación que tenemos es la de un Humala convertido en un alma piadosa entregada en absoluto silencio a la oración y que de pronto desaparece de la luz pública, mientras el zafarrancho político amenaza las precarias bases de la democracia y de un crecimiento económico que salvan el pellejo por suerte y casi de milagro.Ya no es la inseguridad interna la que nos llena...

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