Jugando con fuego

Por roberto Abusada Salah. Economista

En setiembre del 2008, la caída de la compañía de servicios financieros Lehman Brothers desencadenó un terremoto económico mundial. La llamada Gran Recesión, que se inició con la explosión de la burbuja inmobiliaria en EEUU, llegó a su clímax con la quiebra de Lehman, lo que generó una profunda crisis de confianza que desnudó los excesos de las grandes economías: su enorme endeudamiento público y privado, la fragilidad de su sistema financiero pobremente regulado, la insostenibilidad de sus sistemas de bienestar social, su falta de competitividad y sus rígidos mercados de trabajo que discriminan a los más jóvenes.

Para el Perú, por otro lado, el 2008 fue un año brillante: la economía creció casi 10%, la inversión privada que representa más del 80% de la inversión total aumentó 25,8%, aumentó el empleo y la recaudación fiscal de manera notable, y la pobreza siguió decreciendo fuertemente.

En cambio, al año siguiente el crecimiento se desplomó hasta solo 0,9% en medio de la desconfianza e incertidumbre causadas por la crisis internacional. El Perú no tenía los problemas subyacentes de los países en crisis, sino todo lo contrario: el país poseía sólidos fundamentos económicos: superávit fiscal, reservas internacionales cuantiosas, una deuda pública pequeña y un Tesoro Público con dinero ahorrado equivalente a más del 10% del PBI. En otras palabras, el Perú estaba dotado para capear la crisis sin recurrir a ayuda externa alguna. ¿Qué había sucedido entonces para justificar semejante freno? Sucede que la crisis externa había diezmado la confianza empresarial de manera tan grave que la inversión privada, lejos de crecer vigorosamente como el año anterior, cayó en más de 15%. No solo eso: la erosión de la confianza fue tan grande que provocó que las empresas disminuyeran su ritmo de producción y sus importaciones, lo que hizo que sus stocks cayeran de manera abrupta. Solo estos dos factores, la caída de la inversión y de los stocks, provocados por la desconfianza empresarial fueron responsables de 7,1% menos de crecimiento en el 2009. Es decir, el desánimo empresarial, originado en el extranjero, causó que la economía peruana creciera 0,9% en lugar de 8%. Esos 7,1 puntos porcentuales de...

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