Sin vergüenza

Decía el gaucho Martín Fierro que ?si la vergüenza se pierde, jamás se vuelve a encontrar?. Hasta qué punto esto es verdad nos lo acaba de recordar nuestro Congreso. Ni la sucesión de escándalos a los que ha dado lugar casi sin tregua desde su instauración ni sus increíbles ?y ya estructurales? niveles de desaprobación popular le han impedido archivar las denuncias presentadas por la Comisión de Ética Parlamentaria contra los congresistas Wilder Ruiz y Néstor Valqui, cuyo comportamiento mendaz y poco ejemplar (por decirlo con un eufemismo) este Diario se honra en haber sacado a la luz.

Comencemos por el señor Ruiz. El congresista nacionalista incurrió en un alevoso trío de gruesas mentiras para presentarse al Congreso, primero, y para cubrir sus huellas, después. No tiene estudios técnicos concluidos de auxiliar de Contabilidad en el Centro Gamor, como aseguró en su hoja de vida, lo que se puede corroborar con facilidad principalmente porque dicha carrera no existe (por lo demás el señor Ruiz ni siquiera se preocupó por asistir a las clases de la carrera, a la que sí se matriculó, pero cuyo nombre parece haber olvidado). Sus estudios de Ciencias Económicas concluidos en una universidad de Huaura, por otra parte, son solo un regalo de su imaginación, pues nunca cursó más de un cuarto del currículo. Finalmente, su afirmación de que el error en estos datos se debió a que una personera legal no consignó adecuadamente los que él proporcionó hubiese sido creíble si, en un caso, no figurase su huella digital ratificándolos y si, en el otro, no hubiese sido de su puño y letra que los datos fueron consignados.

Luego está Néstor Valqui. El fujimorista padre de la patria sentenciado en el 2008 por proxenetismo fue investigado por la Comisión de Ética por presuntamente continuar vinculado al ?club nocturno? que motivó su sentencia. El señor Valqui se defendió diciendo que había vendido el club en el 2009. Una venta muy curiosa, por decir lo menos, pues consta en dos documentos diferentes de compraventa, aunque semejantes a esos que se suelen hacer con un testaferro: en uno el precio es de 60 mil soles, y en el otro, dos días posterior, es de 120 mil dólares. ¿Quién...

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