A 25 años de la captura del siglo

Por Historiador, profesor de la PUCPEl Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta. Pocas son las ocasiones en que la prensa nacional amanece toda con la misma noticia en sus portadas. Sucedió esta semana con el triunfo de la selección de fútbol en Quito. Habría que remontarse hasta el 13 de setiembre de 1992 para topar con lo mismo. La captura de Abimael Guzmán, cabeza teocrática de Sendero Luminoso, ocurrida en la víspera, fue uno de los eventos decisivos de la historia del Perú contemporáneo. Quienes lo vivimos fuimos conscientes de que éramos testigos de un hecho histórico. Casi todos podemos recordar lo que estábamos haciendo cuando nos enteramos, con quién nos encontrábamos y cuáles fueron nuestros sentimientos y reacciones. Recordamos también el miedo que había al posible contraataque de Sendero Luminoso, que quizás intentaría liberar a su cabecilla, así como la aparición de este en un traje a rayas, como los prisioneros de los cómics. Fue presentado dentro de una especie de jaula levantada en el patio de un establecimiento policial, desde donde alcanzó a emitir un mensaje a la nación. Su captura ocurrió junto con la de otros integrantes de su estado mayor, por lo que el golpe a esta organización terrorista fue tremendo. En los meses siguientes los atentados a los que nos había acostumbrado ?interrupciones de la electricidad y ?ajusticiamientos selectivos? de autoridades, empresarios, campesinos colaboracionistas o policías? disminuyeron sensiblemente y, gracias al material incautado, la policía pudo atrapar a más dirigentes, lo que diezmó al movimiento. Sin duda, fue el inicio de la pacificación de los varios años, o incluso décadas, de violencia política que había vivido el Perú, en cierta forma desde la rebelión de Trujillo de 1932. El mérito de esta captura correspondió al Grupo de Inteligencia de la Policía Nacional, que, como en una película de espionaje, fue siguiendo el rastro de las colillas de los cigarrillos Winston y las cajas de medicamentos que consumía Guzmán, hasta dar con su paradero en un barrio burgués de la capital. Pero fue inevitable que los réditos políticos fueran aprovechados por el gobierno de Fujimori, quien cinco meses atrás había dado el autogolpe del 5 de abril. El éxito en la lucha contra el...

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