25 años atrás

Por alfredoTorresHay momentos estelares en la historia. Uno de ellos ocurrió hace 25 años y fue cuando Abimael Guzmán, el sanguinario cabecilla del Partido Comunista Sendero Luminoso, cayó a manos de la Dirección contra el Terrorismo de la Policía Nacional el 12 de setiembre de 1992. ?Piensan que es una gran derrota, ¡sueñan!? es simplemente un recodo, nada más, un recodo en el camino, ¡triunfaremos!?, vociferó luego Guzmán ya en traje a rayas, desde la jaula en que fue exhibido después de su captura. Según las encuestas de la época, el terrorismo era el principal problema del país, seguido por el desempleo y la pobreza, pero como los atentados destruían infraestructura y paralizaban la inversión, Sendero no solo era responsable del primer problema del país sino también del segundo y el tercero. Esto cambió con la captura de Abimael y la cúpula de Sendero. En 1993, el terrorismo ya había pasado a ser percibido como el tercer problema del país y en 1994 había caído al sexto lugar, según la opinión pública. Una consecuencia inmediata de la ?captura del siglo?, como se le llamó entonces, fue facilitar el triunfo del fujimorismo en las elecciones para el Congreso Constituyente Democrático (CCD) que se llevaron a cabo en noviembre. Si bien el autogolpe del 5 de abril elevó la aprobación presidencial a 81%, esta había perdido 20 puntos para agosto y seguramente habría perdido más para noviembre. Con la captura de Abimael, la aprobación se elevó nuevamente a 74% y para las elecciones del CCD estaba en 65%. Aun así, el triunfo de Cambio 90/Nueva Mayoría, como se llamaba entonces el partido fujimorista, fue muy ajustado. Recibió 49% de los votos y solo por la dispersión de los demás partidos obtuvo una mayoría de 44 constituyentes sobre 80. Sin la captura, lo más probable es que el fujimorismo no hubiese alcanzado la mayoría absoluta. Entre las encuestas que hacíamos entonces como Apoyo Opinión y Mercado, hoy Ipsos Perú, vale la pena recordar que algunas mostraban una inquietante tolerancia a la subversión. Así, si bien más de 70% rechazaba el terrorismo, alrededor de 15% justificaba la subversión debido a la crisis económica, la pobreza, los abusos, la injusticia. A su vez, mientras 85% expresaba que un acto terrorista le generaba rechazo, más de 10% decía que lo veía con comprensión o indiferencia. Y todo esto según encuestas en Lima. En las pocas encuestas nacionales que se hacían entonces se evidenciaba una mayor tolerancia hacia la actividad...

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