Sombras nada más.

AutorToche, Eduardo
CargoCandidatos y campa

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

Al cerrarse el plazo para las inscripciones de las alianzas electorales y estando próximo el de candidatos a la Presidencia, el escenario debiera estar si no definido al menos mostrando algunas aristas que permitan al elector tener elementos de juicio para ir cerniendo su opción. Más aún, cuando también se ha dado la oportunidad para que los principales aspirantes mostraran sus planes de gobierno como invitados estelares de la Conferencia Anual de Ejecutivos CADE.

Sin embargo, no es así. En medio de una persistente y profunda desconfianza hacia las instituciones, especialmente la merecida por los partidos políticos, además de una peligrosa frustración generalizada sobre los resultados del sistema democrático, la performance de los competidores por el sillón presidencial y de sus respectivas organizaciones al parecer solo corrobora una situación en la que los actores del sistema político no saben qué hacer frente los problemas, los propios y los de la sociedad.

De esta manera, en medio de dudas, alrededor de treinta agrupaciones inscritas, algunas de ellas ya aglutinadas en frentes electorales esperando así mejorar sus probabilidades, pareciera una oferta excesiva y riesgosa en tanto estarían fraccionando significativamente la representatividad y dificultando, por ende, la construcción de consensos. Pero esto es en teoría, porque se sabe que la inmensa mayoría de propuestas en competencia no tienen opción alguna y su intervención se define casi como un juego de azar, es decir, esperando un golpe de suerte que las encumbre inesperadamente: pasar luego por caja para recibir los dividendos y sin importarles mucho no tener nada que poner sobre una mesa de negociaciones.

Es decir, aun cuando la fortuna las elija como beneficiarias del voto popular, muchas de estas organizaciones desaparecerán antes del primer año de su mandato. Entonces, el problema existe pero está lejos de ser la mera multiplicación de organizaciones que deberá acoger el próximo Parlamento. No es cantidad sino calidad. Los congresos fujimoristas no estuvieron fraccionados y no es necesario aquí analizar el desempeño de sus patéticos operadores. Los congresos que acompañaron a Belaunde y García tuvieron una mayoría oficialista que sirvió de poco para la gobernabilidad de entonces.

Así, lo que tenemos ahora es que ni las antiguas ni las nuevas expresiones políticas tienen ideas más o menos generales que representen algo que no sean sus intereses específicos y, en ese sentido, es seguro que convertirán a la actividad congresal de 2006 hacia adelante en una versión corregida y aumentada del vacío espectáculo que estamos presenciando actualmente y, sin duda, serán a lo sumo comparsas carnavalescas de las decisiones que se tomen.

EL CENTRO: EL GRADO CERO DE LA POLÍTICA

Sería injusto afirmar que la situación descrita se debe exclusivamente a una crisis del sistema político y sus organizaciones. Al respecto, las encuestas de opinión y los medios de comunicación también contribuyen con las distorsiones que imponen, sobresaliendo los nada sutiles intentos de sancionar un ubicuo <> como la prácticamente única opción política que puede ponerse en juego en el país. Aunque es cierto que estos arreglos le importan poco o nada a la inmensa mayoría de organizaciones partidarias. En realidad, ninguno de nuestros <> está preocupado en precisar una identidad programática y se sienten cómodos con este artificio mediático que resalta el <>.

El resultado de las indefiniciones es que todos tratan de asirse a la tabla salvadora que simbolizaría el <>, un lugar neutro que evita compromisos,...

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