Primer caso de eutanasia legal en América Latina

Por elmer huertaEspecialista en salud pública@drhuertaDon Ovidio González fue un hombre que nació y creció en la ciudad de Pereira en Colombia, una de las más grandes de ese país y cuna del ex presidente César Gaviria. Don Ovidio se dedicó a la agricultura, a la cría de animales y a la zapatería. Uno de sus hijos es Julio César González, más conocido como ?Matador?, el caricaturista más popular del diario ?El Tiempo?, de Bogotá. Asimismo, don Ovidio fue un ateo confeso. En el 2010, fue diagnosticado de un cáncer de la cavidad oral, y con la ayuda de su familia fue evaluado por los oncólogos en Pereira, quienes lo trataron como manda la ciencia, es decir, con cirugía, quimioterapia y radioterapia. De acuerdo con el protocolo de tratamiento de este tipo de cáncer avanzado, la cirugía de su boca y rostro fue radical y perdió parte de los huesos de la cara y los tejidos de la boca. Terminado el procedimiento médico, y resignado a las secuelas, don Ovidio continuó con su vida, criando vacas y caballos en su chacra y esperando que la enfermedad no regresara. Lamentablemente, a principios de este 2015, el cáncer apareció de nuevo, y con venganza. La enfermedad recurrió en el mismo sitio de la operación inicial, lo cual hizo que la curación fuera imposible. Los oncólogos saben muy bien que cuando un cáncer avanzado de la boca recae después de haber recibido un tratamiento tan intenso, este es incurable y el procedimiento médico es solo paliativo. Con la ayuda de su esposa y sus cuatro hijos, el valiente don Ovidio regresó con sus oncólogos, quienes, efectivamente, le dijeron que la enfermedad no se iba a curar y le recomendaban quimioterapia solo con una intención paliativa. Al parecer, el mal fue más fuerte que la quimioterapia y don Ovidio empezó a notar que el tumor le crecía día a día, produciéndole mayor deformidad en la cara, dolor intenso al tratar de hablar e imposibilidad para alimentarse. Las recaídas del cáncer de la boca causan heridas incurables en la boca que se infectan fácilmente y producen pus con un fuerte olor que se siente en toda la habitación. Don Ovidio solo podía pasar líquidos poniéndose de costado, por lo que su peso disminuyó de 81 a 48 kilos. En una ocasión, pensó en suicidarse, aventándose del quinto piso de la clínica a donde había sido trasladado por el dolor intratable que lo aquejaba. En esas condiciones, don Ovidio le dijo a su hijo Julio César: ?Quiero la eutanasia, yo sé para dónde voy y no quiero ser un guiñapo...

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