Hacia un latinoamericanismo del siglo XXI.

AutorOjeda, Rafael
CargoPERSONAS IDEAS

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

John Beverley (Caracas, 1943) es profesor del Departamento de Literatura y Lenguas Hispánicas de la Universidad de Pittsburg, miembro del colectivo editorial de la revista de teoría crítica Boundary 2, y director asociado del Instituto de Literatura Iberoamericana. Con una experiencia peruana que lo llevó a estudiar en el colegio Markham, ha sido uno de los principales animadores del Grupo Latinoamericano de Estudios Subalternos, colectivo crítico que puso de relieve la preocupación por lo subalterno y lo poscolonial en la academia norteamericana. Entre sus libros más importantes están Subalternidad y representación (1999), Against Literature (1992), La voz de otro. Testimonio, subalternidad y verdad narrativa (ed. 1992) y La interrupción del subalterno. Actualmente prepara un libro sobre las políticas de interpretación del latinoamericanismo, Latinamericanism after 9/11.

¿ Qué idea de América Latina se tiene en la sociedad y en la academia norteamericana?

Hay un latinoamericanismo norteamericano geopolíticamente definido por los intereses económicos y políticos de los Estados Unidos en relación con América Latina. Y me parece que es esta perspectiva la que ha articulado, en general, los estudios latinoamericanos desde la época de la guerra fría: un período en el que la cuestión más importante era saber qué modelo iba a resultar triunfante en América Latina, el capitalista o el socialista. De ahí que Estados Unidos haya tenido el perentorio interés geopolítico por saber qué estaba ocurriendo en América Latina.

En ese sentido, había una onda oficialista

en el latinoamericanismo, que se prestaba a los intereses de las compañías privadas, además de los intereses del departamento de Estado norteamericano, que era el que elaboraba políticas para combatir al comunismo en América Latina. Una situación que cambia poco tras el fin de la guerra fría y el colapso del proyecto socialista soviético. Aunque también había un ala representada particularmente por la generación de los sesenta, generación a la que pertenezco y que estaba identificada con las luchas políticas y sociales que se libraban en América Latina, como la Revolución cubana, entre otras.

Han transcurrido casi dos décadas desde la publicación del "Manifiesto inaugural" del Grupo Latinoamericano de Estudios Subalternos, y muchas cosas han cambiado desde entonces, habiéndose naturalizado también muchos de los conceptos básicos del subalternismo que ustedes propugnaban. ¿En qué contexto surgió el Grupo de Estudios Subalternos Latinoamericanos y cuál es el balance que puede hacernos después de todos estos años?

El Grupo Latinoamericano de Estudios Subalternos comenzó el año 1992, y pese a surgir en los Estados Unidos era principalmente un grupo de latinoamericanos. Es decir, los únicos gringos éramos una historiadora llamada Patricia Seed y yo, mientras los demás integrantes eran nicaragüenses, mexicanos, argentinos y bolivianos, que se encontraban en la academia norteamericana y que se relacionaban sobre todo debido a su condición tanto personal como intelectual de pertenecer a la generación de los sesenta en América Latina. Una generación que también vivió la experiencia de la guerra fría y que tuvo muchos desengaños, pero que albergó también la ilusión de la utopía pues tenía, de una manera u otra, no solo una posición teórica sino también una militancia política concreta. ¿Pero qué se podía hacer, por ejemplo, después del 89, luego de la caída del Muro de Berlín, cuando comienza a desmoronarse el socialismo real? ¿Cómo evaluar estas experiencias desde América Latina? ¡Se debía simplemente pasar de una posición a otra, como ocurrió con Vargas Llosa y con mucha más gente que, desengañadas, abrazaron el liberalismo? Es por ello que los estudios subalternos, en cierto sentido, surgieron del compromiso izquierdista de la generación de los sesenta, pero que, sin embargo, tendían a ser también una crítica de determinado vanguardismo izquierdista que podía tener consecuencias funestas en la sociedad.

No cree que el programa de los estudios de la subalternidad ha podido bordear también esa suerte de reduccionismo representacional, por su predilección por lo costumbrista o folclórico, que los...

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