Crisis financieras en América Latina y Necesidad de reforma de la arquitectura del sistema financiero global.

AutorAlejandro Vanoli
CargoProfesor de Economía Internacional Facultad de Ciencias Económicas Universidad de Buenos Aires
Introducción

En el ámbito de la globalización financiera internacional, las reiteradas crisis (solo en los 90, México, Asia, Rusia, Brasil, Argentina, por citar las principales) son la regla y no la excepción.

Sin dejar de lado la responsabilidad doméstica en las mismas, que en el caso particular de Argentina incluyeron irresponsabilidades paradigmáticas de naturaleza institucional y política que derivaron en un secular descontrol externo, fiscal y monetario, crece el debate acerca de la naturaleza de las recurrentes crisis y su contagio internacional.

Se podría hacer una analogía del sistema financiero global con una autopista: si choca un automóvil, uno tenderá a pensar que la culpa es del conductor. Lo mismo puede pensarse en caso de choques ocasionales. Pero con frecuentes choques en cadena uno puede razonablemente pensar que el problema es sistémico de la autopista y que se necesita mejorar las regulaciones de tráfico, señalización, asfalto, etc.

Entonces, y más allá de la obviedad de solicitar programas sustentables a los países afectados, lo que se debe encarar sin demoras son reformas sistémicas globales, que prevengan las crisis. Esto implica no solo actuar desde el lado de la demanda "deudores irresponsables", sino también desde la oferta, responsabilidad de los países centrales. Actuar de un solo lado de la ecuación, impide solucionar las causas mediatas y profundas de las crisis. El tango se baila de a dos.

Una lectura objetiva de las crisis es que los mercados de capitales tienen profundas imperfecciones, generando con frecuencia procesos de sobreendeudamiento, cortoplacismo, asimetría de información, conflictos de intereses, además de problemas institucionales, que no son capturados por los modelos de competencia que sostiene la moderna teoría de las finanzas. Recordemos la cruda descripción que Soros realiza de cómo los grandes inversores especulativos, desestabilizan los mercados. El equilibrio estable es una casualidad en el mundo real y no la condición natural e intrínseca de los mercados. La importancia y recurrencia de las crisis globales y su impacto sobre las economías latinoamericanas, lleva ahora a analizar cuestiones que hacen a la necesidad de rediseño de la arquitectura del sistema financiero internacional, cuestión que ha sido retomada por la iniciativa misma de los principales centros de poder: Grupo de los Siete, organismos internacionales, bancos, inversores globales. Veremos la naturaleza de las crisis financieras de los años 90 y los principales temas de esa agenda y el grado de avance.

Naturaleza de las crisis financieras de los años '90

Uno de los argumentos más poderosos para sostener que las causas y los efectos fundamentales de las crisis de la última década son de naturaleza sistémica (y no solo por la implementación de malas políticas internas) o que están íntimamente relacionadas con la globalización financiera es la persistencia, frecuencia y alcance geográfico de las mismas. En este caso nos estamos refiriendo a la crisis en términos holísticos, estamos hablando del alcance del incendio, mas allá de dónde y cuándo comenzó, y desde dónde se extendió el primer foco.

Analicemos en primer lugar la recurrencia. Las crisis en mercados emergentes (recordemos que ya en 1992 el poderoso Sistema Monetario Europeo atravesó por su propia turbulencia) están presentes desde 1994 prácticamente en todo el período hasta la actualidad, comenzando con la crisis con epicentro en México (1994-1995), Sudeste de Asia (1997), Este de Asia (1997), Rusia (1998), Brasil (1998-1999), Turquía (2000-01), Argentina (2001).

Con respecto a la extensión temporal, así como vimos que suceden con menor intervalo de tiempo, las mismas son de mayor duración, el tequila duró entre 4 y 6 meses, la crisis de Asia alrededor de 9 meses, la de Rusia que se encadenó con la de Brasil cerca de dos años, y la Argentina todavía no lo sabemos al tiempo de escribir estas páginas. En cuanto a la globalidad de las crisis, cada una de ellas generó mayor contagio; la de México afectó a 9 economías en los 6 meses posteriores al inicio, la de Asia a 10 países, la crisis de Rusia afectó a 13 naciones. En cada crisis se sucedió una contracción de los movimientos de capital hacia países emergentes, cada vez mayor, generando una suerte de crescendo en la aversión al riesgo de los inversores institucionales y la llamada "fuga hacia la calidad" de sus carteras. Nótese que en el caso de Rusia también se vieron directamente afectadas instituciones financieras importantes de Alemania y Estados Unidos. Esto, como veremos, llevó a las autoridades públicas de esos países a plantear la necesidad de una mayor regulación del mercado internacional de capitales, en lo que se dio en llamar una Nueva Arquitectura Financiera Internacional.

Las crisis suelen medirse a través de la duración y grado de la corrida cambiaria y de las presiones en el mercado de capitales, de sus efectos sobre el derrumbe de los valores bursátiles y de la suba en los diferenciales de interés de los bonos del país afectado con respecto a un título semejante del Tesoro de los Estados Unidos. Este diferencial de interés, que se produce con la caída del valor de mercado de los bonos de los países afectados es lo que se mide como "riesgo-país".

No obstante, resulta necesario elaborar indicadores que abarquen los distintos factores externos e internos, ponderados por su importancia, más allá de estudiarlos de manera aislada, para poder entender las razones por las cuales se producen las crisis, y más importante aún, poder prevenirlas o atenuar sus efectos. De esto se tratan, en esencia, adelantémoslo, las reformas más recientes en regulaciones de organismos internacionales (FMI, Banco de Basilea) y en los debates sobre la Nueva Arquitectura Financiera. Es más sencillo entender los motivos por los cuales las crisis afectan en mayor medida a unas economías que a otras, cuando se ven las variables en forma conjunta y no de manera aislada. En general puede observarse que los shocks globales (como factor exógeno) o las inconsistentes políticas macroeconómicas, como fuertes desequilibrios de balance de pagos y/o fiscales unidos a una apreciación exagerada del tipo de cambio son los que causan o "gatillan" las crisis.

Hay varios indicadores relevantes para advertir el peligro de crisis y su evolución. Citemos algunos sobre el sector externo y otros sobre los desequilibrios internos. Entre los primeros se debe tener en cuenta la capacidad de pago del país con respecto a sus obligaciones externas. Para medir esta variable el coeficiente más utilizado en las calificaciones internacionales es el que relaciona la deuda externa total con las exportaciones (D/X), también se aprecia en la relación entre el nivel de reservas con las obligaciones de pagos de corto plazo y la necesidad de importaciones. No basta sólo con estudiar la magnitud de la apreciación cambiaria, sino que se debe observar la evolución de la productividad de la economía y la composición del déficit de cuenta corriente (tanto del balance comercial como de los pagos de intereses y utilidades, que en la metodología actual de balance de pagos se agrupan como "rentas del capital"). Para evaluar los desequilibrios internos se debe monitorear principalmente la relación entre ingresos y gastos públicos y la evolución de los indicadores monetarios básicos (oferta monetaria, tasas de interés, depósitos y créditos).

Pero hemos visto que las crisis afectan no sólo a los países donde estallan, sino que también se "contagian" a otros. Para analizar los factores de contagio deben analizarse no sólo las paridades cambiarias, los términos de intercambio (relación de precios de exportación e importación) y la demanda externa de los productos exportables por el país, sino también el efecto de la variación de las tasas de interés internacionales y la prima de riesgo del país en cuestión, así como la adecuación del nivel de sus reservas internacionales. Debe analizarse también la dinámica de la deuda externa, no sólo su magnitud, sino también el plazo promedio de los vencimientos, la composición por moneda, por tipo de deuda (no es lo mismo si corresponde a bonos que se transan en el mercado que a deuda con organismos internacionales), el nivel y variabilidad del interés acordado, la importancia de no residentes como tenedores de los títulos de deuda, etc. Conviene subrayar que si bien el contagio no es aleatorio y depende de factores regionales y de variables internas en cuanto al grado e intensidad, cuando las crisis alcanzan al centro del sistema (países desarrollados), como ocurrió en particular en el caso de Rusia, resulta muy difícil a los países más pequeños aislarse de sus efectos.

Fundamentos de la necesidad de regulación

Veremos en esta sección cuáles son los elementos básicos que corresponden a la arquitectura del sistema financiero internacional, cuáles son las iniciativas tendientes a su reforma, los alcances y limitaciones de las transformaciones para prevenir las crisis financieras de las mismas, que veremos estrechamente vinculados con los intereses y visión de los países centrales, y algunas reflexiones sobre las perspectivas que se abren a los países subdesarrollados y Argentina en particular, en el actual contexto global y ante la perspectiva de algunas potenciales transformaciones sistémicas. Se ha generado una amplia propuesta, originada en un acuerdo entre Estados Unidos y Alemania sobre la necesidad de tomar urgentes y profundas medidas...

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