Educación del consumidor.Realidad y perspectivas

AutorJuan Trímboli
Introducción

El consumo de productos y servicios es una acción tan obvia en nuestras sociedades que no es posible concebir un mundo sin ella. Desde el momento en que el ámbito del consumo se separó del lugar de la producción, se empezaron a crear las condiciones para formas de vida en las que el consumo es un elemento central tanto desde un punto de vista económico como cultural. Esto se hace más evidente en las últimas décadas mediante el desarrollo vertiginoso de lo que se denomina mercado de masas y con la creciente diversidad y complejidad de los nuevos productos y servicios.

Reconociendo los límites de toda definición, mas aún en una materia que todavía no constituye una teoría que aborde los distintos planos, implicaciones y puntos de vista existentes, entendemos al consumo no tanto como un acto, sino como un proceso orientado a la apropiación individual de bienes y servicios, los que son producidos socialmente, tanto en sus aspectos materiales como simbólicos, en orden a la reproducción de la sociedad.

En este proceso se evidencia si las personas tienen capacidad de elegir lo que consumen o, por el contrario, no disponen de bienes entre los que elegir o capacidad de producirlos. También se revela si cuentan con el poder adquisitivo necesario y si son capaces de ejercer su libertad o son influidos hasta tal punto por la mercadotecnia, grupos de referencia, instituciones y medios de comunicación, que resultan incapaces de tomar decisiones independientes. Y también se muestra qué valores orientan la vida y qué creencias conforman el humus moral de una sociedad.

Aun en la más elemental de las situaciones, cualquier ser humano es consumidor o consumidora. No podemos eludir esta condición, pero sí podemos actuar sobre ella, eligiendo la forma de consumir, atendiendo a unos criterios y no a otros, favoreciendo unas actitudes y descartando otras, asumiendo colectivamente estilos de vida que no dañen a otros seres humanos y que por el contrario faciliten y promuevan su empoderamiento para defender sus derechos y asumir su responsabilidad con la sociedad y la naturaleza. Con el objetivo de fortalecer esta perspectiva es que surge y se desarrolla el movimiento de consumidores o movimiento consumerista, como se le denominó, principalmente, en países europeos. Actualmente este término se ha ido abandonando por la confusión que genera con la expresión consumismo, la cual define el afán de consumir como la dinámica central de la vida, tanto en el ámbito privado como a nivel del conjunto de una sociedad.

El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en su Informe sobre el Desarrollo Humano (1998) afirma que la vida humana se nutre y sostiene con el consumo. De hecho, éste ha sido el impulso de gran parte del adelanto humano. El problema auténtico no es el consumo en sí mismo, sino sus pautas actuales y los efectos que ellas producen. Es necesario cambiar dichas pautas para resolver los problemas que se generan y así crear las condiciones que permitan hacer avanzar el desarrollo humano. Las tres capacidades esenciales para el desarrollo humano son la de vivir una vida larga y saludable, poseer conocimientos pertinentes y significativos y contar con acceso a los recursos necesarios para tener un nivel decente de vida. Estas capacidades se complementan y enriquecen cuando se cuenta con oportunidades políticas, económicas y sociales para ser creativos y productivos, se potencian las capacidades individuales y colectivas y se tiene conciencia de pertenecer a una comunidad.

Efectivamente, algunas características del consumo moderno más que facilitar parecen inhibir el desarrollo humano:

· El espectacular crecimiento experimentado por el consumo mundial privado y público en el siglo XX, mismo que aumentó en seis veces su nivel en los últimos sesenta años, pero que no se ha visto reflejado de manera homogénea en el conjunto de la población. Por el contrario, ha sido malamente distribuido provocando un incremento de las desigualdades sociales. Más del 20% más pobre de los habitantes del mundo han quedado excluidos de la explosión del consumo. De los casi 5 mil millones de habitantes del mundo en desarrollo, unas tres quintas partes carecen de saneamiento básico, un tercio no tiene acceso a agua limpia y la cuarta parte carece de una vivienda adecuada. Asimismo, mientras la quinta parte más rica de la población mundial consume el 45% de toda la carne y el pescado, la quinta parte más pobre consume solamente el 5%; y mientras la quinta parte más rica consume el 58% del total de la energía, la quinta parte más pobre consume menos del 4%.

· El crecimiento explosivo del consumo está sometiendo al medio ambiente a grandes tensiones. El consumo de cada uno de nosotros se vincula, principalmente, por medio de los procesos de producción y eliminación, con los efectos ambientales que abarcan a todo el planeta. Además del peligro de agotamiento de recursos no renovables, asistimos al caso de las emisiones y derrames que contaminan la tierra, superan la capacidad de absorción y conversión del planeta y destruyen los ecosistemas. Al mismo tiempo aumenta el deterioro y la degradación de los recursos renovables, las aguas, suelos, bosques, peces, diversidad biológica. Y el daño ambiental provocado por la expansión incontrolada del consumo mundial recae con mayor severidad sobre los pobres y los países menos desarrollados, vale decir sobre aquellos que menos o nada disfrutan de un consumo abundante.

· Cada vez adquiere más presencia un consumo de exhibición. El consumo, especialmente de ciertos objetos emblemáticos, cumple la función de localizar a los portadores de ellos en la cadena de estratificación, puesto que operan como signos visibles del dinero que se posee. Se trata del consumo como simbolización del status, generador de una fachada, de una apariencia. Si bien se trata de una conducta de consumo característica de sectores de altos ingresos, ella también se manifiesta en otros sectores sociales. Esto explica la existencia de una poderosa industria especializada en la imitación del alto consumo. La fuerte presión social para mantener niveles elevados de consumo y el estímulo del gasto competitivo tienen un impacto importante en la vida de las personas, de los hogares y de las comunidades. Como ejemplo se puede mencionar el incremento del endeudamiento privado, principalmente a través de los créditos de consumo. En muchos casos los hogares compiten para satisfacer niveles de consumo en aumento, limitando el gasto en alimentos, educación y salud. Asimismo, las personas gastan más horas trabajando, dejando menos tiempo para la familia, los amigos y la comunidad.

· Los consumidores están desprotegidos en mercados desequilibrados y de escasa transparencia. Es notoria la existencia de problemas frecuentes en materia de calidad y seguridad de bienes y servicios. A esto se suma la alta concentración del poder económico y la tendencia a vulnerar los principios de la libre competencia, lo que genera desequilibrios en perjuicio de los consumidores. Estos se expresan en la falta de información indispensable relacionada, por ejemplo, con tarifas y otras prestaciones de servicios de utilidad pública; fechas de vencimiento de artículos perecederos; contraindicaciones en el caso de los medicamentos; condiciones de los créditos y garantías; la posible nocividad de determinados consumos que se generan en función de nuevos procedimientos productivos como es el caso de la manipulación genética. A los problemas de información hay que agregar que gran parte de la humanidad carece de medios para costearse los bienes más básicos. Estos y otros elementos contradicen el principio de la llamada "soberanía del consumidor", según el cual éste es un agente...

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