Crisis Financiera: ¿Hacia dónde vamos?

AutorJorge L. Daly
CargoDoctor en Economía Política

No debe sorprender que, incluso después de 2008, los márgenes de utilidad de los bancos en Estados Unidos sean considerablemente altos

La pasada campaña presidencial en los Estados Unidos fue, sin duda, muy amena. Recordará el lector que los meses previos a la exaltación de Mitt Romney a la candidatura del Partido Republicano presenciaron numerosos debates entre diversos aspirantes de ese partido que concitaron la curiosidad del ciudadano informado. Por ejemplo, pocos podrán olvidar la proclama del congresista Ron Paul en la noche que puso punto final a su gesta: “¡todos somos Austríacos!” Se refería el viejo legislador, referente del ala libertaria del partido, a los cánones establecidos por estudiosos brillantes, los fundadores de la escuela austríaca del pensamiento económico. Tenía en mente, con toda seguridad, su fastidio ante la expresa política de la Reserva Federal de ampliar el dinero en circulación mediante compras de bonos del Tesoro o, de los bancos comerciales, sus activos chatarra, léase, créditos hipotecarios, no a precios de mercado sino a sus valores nominales. Lamentaba que tal intervención constituía un estímulo injustificado y contraproducente, un esfuerzo mal disimulado para continuar apuntalando, inmerecidamente, la rentabilidad del sector financiero y, por consiguiente, una violación de los principios del libre mercado. Abogaba, con admirable convicción, que la economía de los Estados Unidos y del mundo entero recobraría su salud con la vuelta del sistema monetario internacional al patrón oro.

El creyente suele darse el lujo de ignorar las consecuencias de una puesta en marcha de lo que predica. Sobre todo en el contexto actual, un retorno al patrón oro ocasionaría un impacto deflacionario de tal magnitud que haría de los grandes trastornos económicos, sociales y políticos sufridos en la década de 1930 su pálida caricatura. En suma, una locura a decir, con toda justicia, de los más renombrados economistas. Sin embargo, pocos pueden disputar que en la decisión del gobierno de los Estados Unidos de suspender la convertibilidad del dólar al oro en 1971 y de eliminar en 1974 los controles a los movimientos de capital fuera de su frontera yacen raíces que explican en buena parte el empinamiento del sector financiero en los Estados Unidos y, a la vez, las crisis recurrentes que ocasiona. En efecto, este sector se ha expandido a la sombra del crecimiento exponencial de las reservas internacionales que han pasado de sumar 100 billones en 1975 hasta alcanzar casi 10 trillones de dólares en 2010. Ha aprovechado muy bien las circunstancias que propician el orden, o mejor dicho, el desorden monetario internacional vigente que circula en el mundo por un circuito sencillo de explicar: la Reserva Federal chorrea los dólares que cubren la brecha entre lo que los Estados Unidos vende y compra de afuera, y sus grandes socios comerciales --...

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